domingo, 7 de noviembre de 2010

LAS PROPUESTAS DE AUTOAYUDA

Un amigo, lector del blog, me envió un día la siguiente reflexión, a propósito de un texto que publiqué sobre “El poder que todos tenemos dentro”:

Sin duda muy interesante, pero siempre tengo sensación de déjà vu, cuando leo estos libros de autoayuda, me da la sensación de que esas lecciones deberíamos tenerlas todos aprendidas del colegio. Buena parte de los problemas relacionados con la infelicidad personal, vienen precisamente de que no sentamos estas bases o cimientos de niños/jóvenes (en parte porque esta sociedad no ayuda a ello) y luego nos pasamos el resto de nuestra vida mirándonos el ombligo y buscando nuestro lugar intentando ensalzar una autoestima desubicada. Creo que falta algo en la ecuación, pero al menos hay ecuación en la que pensar. Salud.


Me parecen pertinentes sus dudas. Hoy en día puede que haya una hiperinflación de propuestas en forma de libro o de programas de radio y televisión, o páginas de Internet, que se refieren a estos temas. Por tanto, sería prudente pararse a pensar sobre ello; y, sobre todo, sería prudente comenzar a separar el grano de la paja. Pero, a pesar de ello, no seré yo quien aconseje sobre ese particular, porque no sabría cómo hacerlo dado que yo mismo me veo obligado a escoger en cada momento: ¿Leo esto? ¿Escucho este programa? ¿Veo ese programa de TV?

Los que seguís este blog, sabéis que desde un principio dije que iba a referirme a mis experiencias personales. La razón es bien simple: No quiero hablar de lo que he leído, por ejemplo, sino puedo referirme a la vez a una experiencia personal mía sobre ello, porque solo así sé que hablo desde mi corazón y no desde mi mente (que dice saber, que dice conocer, que dice haber leído, que quiere seguir leyendo y sabiendo, etc.).

A mí no me preocupa la hiperinflación de propuestas de autoayuda. Lo que hago, simplemente, es estar atento a lo que se me ofrece. y escoger en cada momento lo que me ayuda a estar conectado íntimamente conmigo mismo. Tengo que reconocer, no obstante, que a veces tengo la sensación de estar invadido por tantas propuestas y reflexiones como se nos brindan. En esos momentos, sin embargo, lo que hago es olvidarlas, o sea, cerrar el libro, apagar la TV o Internet, desconectar el aparato de radio, y volver a mí mismo, a la conexión conmigo mismo, respirando tranquilo, pausadamente, permaneciendo sin ninguna expectativa, sin ningún propósito determinado. Y lo que suele ocurrir entonces es que me relajo y que me olvido de todas aquellas propuestas y las dejo estar, las dejo de lado para concentrarme en el momento presente, en el “aquí y ahora” (sin duda, se trata de una práctica meditativa muy simple pero muy potente y eficaz).

Así pues, por encima de lo que el mercado nos propone, está (ha de estar) la conexión con nosotros mismos, con nuestro ser interior, con lo que realmente necesitamos. De esta manera –a mí me pasa, al menos- se puede volver más adelante, de una forma natural, a necesitar una lectura, o una nueva información que nos pueda llegar por otros medios, relativas a los temas conocidos como de “autoyuda”. Y en ese caso, la nueva información no nos pesará tanto, no nos abrumará, porque nos habremos desprendido previamente de esa sensación de haber sido invadidos por la hiperinflación de propuestas desde el sector editorial, televisivo o radiofónico. El secreto está en que cada uno ha de poder conocer el punto en que debe desconectar y el punto, en su caso, en que puede volver a conectarse.

También es verdad que, por lo que yo tengo experimentado personalmente, cuando llevas bastante tiempo ocupándote de estos temas para ti mismo, hay muchos asuntos que ya te suenan. Ahora bien, que te suenen no quiere decir que los hayas agotado. Porque a mi juicio, todo lo que tiene que ver con cómo conectar más y mejor con uno mismo, con el yo más profundo de uno mismo, nunca se agota del todo; siempre hay nuevos detalles, nuevos enfoques que te ayudan a estar más despierto en la relación contigo mismo. Así es que –repito- el punto está en encontrar el equilibrio entre información y conexión con nosotros mismos.

Y con relación al comentario que hizo mi amigo, me gustaría decir que estoy de acuerdo con él en que (en mi caso por lo menos, y puedo suponer que en la mayor parte de los casos también) parece claro que la causa de la infelicidad está en la infancia. Pero eso, que es un hecho incontrovertible para mí, no nos ha de de llevar necesariamente a “pasamos el resto de nuestra vida mirándonos el ombligo y buscando nuestro lugar intentando ensalzar una autoestima desubicada” –como dice en su texto-, pues también es posible encarar el asunto con consciencia, es decir, aplicando nuestra conciencia a “darse cuenta” de lo que nos sucede (no tanto sobre lo que creemos que fueron sus causas) y sobre lo que sucede a nuestro alrededor; en definitiva, a darse cuenta del momento presente, de lo que está pasando realmente, de lo que no son pensamientos ni sueños.

En mi modesta opinión, cuánto más presentes estemos en nosotros mismos a la hora de hablar, de actuar, de relacionarnos con los demás, menos conductas reactivas tendremos (desde el miedo, desde la rabia, desde la inseguridad, desde la duda, desde el sufrimiento personal, etc.) y más fácil será que emerja desde nuestro interior esa especie de serenidad básica que constituye nuestro verdadero ser, nuestra verdadera naturaleza que, para mí, es bondad fundamental. Ya sé que mi amigo puede distinguir perfectamente entre lo que él describe como “mirarse el obligo” y esa actitud de mirada interior a la que yo me refiero, pero he querido aprovechar la oportunidad que me han dado sus palabras para volver a poner el acento en dónde me parece que debemos ponerlo.

En conclusión, pues, desde mi punto de vista, leer libros, ver programas de televisión o en Internet, o escuchar programas de radio, que traten temas sobre la autoayuda, no me parece que, por sí mismos, no puedan sernos útiles para hacernos cada día más conscientes y autoconscientes. Sin embargo, vale la pena que estemos atentos, no solamente a los materiales en sí mismos que se nos proponen, sino sobre todo a cuándo llegamos a ese punto interior (emocional) en que será más positivo para nosotros desconectar de la fuente de la información para conectar con nosotros íntimamente, para “vivirnos a nosotros mismos en la intimidad de nosotros mismos” sin más.

No hay comentarios: