viernes, 24 de septiembre de 2010

NUESTROS PENSAMIENTOS AQUÍ Y AHORA

En este blog hemos comentado a menudo que lo que pensamos nos acaba llevando necesariamente a situaciones del mismo signo (positivo o negativo) que el de los propios pensamientos. De ahí la importancia de ser conscientes de los pensamientos que tenemos y de cambiar nuestros pensamientos negativos en positivos. Por eso hay frases que yo acostumbro a no decir y que, cuando las oigo decir a otros, les aconsejo que no las digan, como por ejemplo “soy un desastre”. Porque nadie es un desastre. Somos todo lo contrario, seres conscientes, llenos de cualidades, capaces de fijarse objetivos y conseguirlos, y principalmente de ser felices, teniendo paz en nuestros corazones.

Hoy voy a transcribir una entrevista que le hicieron a Eckhart Tolle en “La contra” de “La Vanguardia”, autor del famoso libro “El poder del ahora” entre otros. En la entrevista, él nos sugiere una nueva manera de relacionarnos con nuestros pensamientos desde “nuestra presencia”, es decir, desde el “darnos cuenta” del que hablábamos el otro día. Puede que a algunos de los lectores del blog les cueste un poco entrar en el mundo de los razonamientos de Tolle (o no) pero a mí me ayudan a tener más claro qué es lo que quiero para mi vida y, por tanto, haré más comentarios en torno a sus propuestas, ejemplos y experiencias.

¡Seguiremos avanzando!

LA ENTREVISTA

“Vivimos atrapados entre el pasado y el futuro”

La mente humana tiene un elemento muy grande de disfunción, casi de locura, basta ver la historia del siglo XX. Pero creo que estamos ante un cambio de conciencia.

¿Por qué?
Recibo a diario cientos de cartas y correos de gente de todo el mundo que está experimentando esa transformación. Cuando se alcance un número crítico, veremos un cambio global.

¿Y en qué consiste ese cambio individual que será global?
En tomar conciencia de que dentro de la mente hay una voz que constantemente habla: es el diálogo interior.
Ruido…
Dicen los psicólogos que el 98% de los pensamientos cotidianos son repeticiones de pensamientos antiguos. La mayoría de la gente se ha identificado con esa voz, cree que ella es la voz.

¿Y qué somos?
El sentido de lo que soy, del yo, deriva de los pensamientos, de esa voz que me cuenta mi historia personal y las cosas con las que me identifico. Pero más allá de este yo superficial hay un yo más profundo con el que hemos perdido el contacto.

¿No somos un conjunto de vivencias y sentimientos?
Nos identificamos con el pasado y nos proyectamos en el futuro. Nuestra mente busca la realización en el momento próximo: dentro de una hora, un mes o cinco años. Vivimos tratando de llegar al momento siguiente, y eso se ha convertido en un patrón mental que nos hace vivir en un estado perpetuo de insatisfacción, porque no realizamos lo más importante que hay en la vida, que es el momento presente.

¿Cómo cambiar ese patrón mental?
El primer paso es tomar conciencia de que hay una voz en mi mente que es en realidad un antiguo pensamiento que se repite. El segundo paso es hacerse más consciente de nuestra relación con el momento presente; es decir, preguntarse muchas veces al día cuál es mi relación con el momento presente: ¿trato ese momento como si fuera mi amigo o mi enemigo?
Entiendo.
O estamos en una situación de oposición al momento presente (no me gusta donde estoy, esto no debería pasar, no me gusta lo que haces…), o simplemente lo utilizamos para llegar al momento próximo en el que me gustaría estar. Así la vida se pierde.

¿Qué hacemos?
Siendo consciente, tengo el poder de elegir transformar el presente en un amigo. La vida y el momento presente son lo mismo, no aceptarlo es estar contra la vida.
Pero hay trabajos que terminar, proyectos…
No estoy hablando de tiempo de reloj sino de tiempo psicológico. La mente es una herramienta útil: tengo ese proyecto y le dedico un tiempo de reloj con presencia. La disfunción es proyectarse mentalmente en el futuro, pensar que quieres acabar mientras estás en ello, eso es el estrés. Le daré algunos consejos: empiece por sentir la vida dentro de su cuerpo.

¿Cómo?
Cierre los ojos y pregúntese cómo puede saber si su mano todavía está ahí; entonces la atención va de la cabeza –donde normalmente reside– a la mano: sentirá una cierta vitalidad en ella. Esa energía, ese calor, puede sentirlo en el resto del cuerpo. Sentir el cuerpo puede ser un ancla para el momento presente. Basta un minuto, pero hay que hacerlo varias veces al día.

¿Sentir la vida más allá de los pensamientos?
Exacto, cada vez que lo haces estás presente. Otro consejo es tomar consciencia de las percepciones sensoriales. Si quieres entrar en el momento presente, ancle parte de la percepción en el cuerpo y el resto en percibir lo que le rodea. La compulsión de nombrar lo que vemos y enjuiciar desaparece…
En el hacer nos perdemos.
Porque el ruido mental nos controla. Otra práctica es hacer las cosas cotidianas con consciencia, cosas que hasta ahora eran un medio para llegar a un fin. Sienta el agua fría cuando se lava las manos.
No pensar, percibir.
Así es, introducir poco a poco presencia en la vida, darle calidad. El momento presente no es lo que sucede sino tu consciencia. Debemos introducir esa dimensión en nuestra vida y durante un tiempo la vieja consciencia vendrá y nos perderemos en ella, pero volveremos a despertarnos.

¿Y las emociones?
Son una reacción del cuerpo a los pensamientos. Si la mente me dice que una situación es mala o desagradable, el cuerpo lo acepta como realidad y tengo emociones negativas. Transformamos casi toda nuestra vida en algo problemático.
El sufrimiento se acumula…
Los pensamientos crean emociones, emociones que a su vez refuerzan viejos dolores emocionales. Pero si estás presente, el cuerpo dolor, como yo lo llamo, no puede utilizar tus pensamientos. Sabes que sientes frustración o rabia, pero no te identificas con ello.

¿Cómo romper la distancia con los otros?
Por medio de los pensamientos yo me interpreto a mí mismo, me nombro mi vida como buena o mala, defino mi existencias por medio de palabras. Yo me lo hago a mí mismo y lo hago con las otras personas, ésa es la separación que cada persona siente: la pantalla mental que surge cuando lo único que sientes son tus pensamientos.

http://www.elblogalternativo.com/2009/07/20/el-poder-del-ahora-la-felicidad-en-el-presente-segun-eckhart-tolle/#ixzz10WFIeI00

miércoles, 22 de septiembre de 2010

UN AÑO JUNTOS

Hola amigos (seres humanos):

En este mes de septiembre se cumple año desde que empecé a escribir en este blog. Llevamos, por tanto, vosotros y yo, un año juntos.

Ha sido un año feliz para mí. Habéis sido varios los que os habéis dado de alta como "seguidores" del blog, y muchos más los que habéis hecho algún comentario o me habéis escrito privadamente. Entre todos hemos construído un diálogo semanal que a mi me parece que nos ha ayudado. A veces tengo la sensación de que me repito. No repaso nunca lo que he escrito en las entradas anteriores a la hora de hacer una nueva entrada, así es que puede ser que me repita. Si lo hago seguro que es porque yo ando dándole vueltas al mismo tema de que se trate. Creo que ya dije al principio que lo que yo cuento tiene que ver, antes que nada, con lo que a mí me pasa. Y, claro, hay cosas que uno no las resuleve ni en un año ni en los que sean.

Seguiré escribiendo y reflexionando porqué sé que hay más gente que participa en el blog (no sólo yo, aunque he de confesar que a veces he dicho aquello de: ¿hay alguien ahí?). Lo sé porque me lo han dicho personalmente y por vuestros comentarios y mensajes de correo. Bueno, estaría mejor si os animaséis más a escribir algo, pero no me quejo, está bien como está.

Hoy os transcribo una referencia de un blog que toca temas como los que tratamos nosotros. Como lo hago en bloque, hay que matizar que yo no sé si pienso como ella en algunos o en muchos de los temas, pero he pensado que quizás pueda ayudaros.

Copio, literalmente, el párrafo que ella exige que se publique para que podamos transcribir textos suyos en el blog.

Sandra Iozzelli se especializa en ayudar a otros a reducir las emociones negativas, el estrés, el miedo y las creencias limitadoras en sus vidas. Si quieres conocer los simples pasos que puedes aplicar para conseguirlo, solicita el Reporte Gratuito “4 preguntas que pueden liberarte del estrés" en la web www.liberatuestres.com

sábado, 18 de septiembre de 2010

DARSE CUENTA

Hoy en día, son muchas las propuestas que nos llegan -a través de los medios de comunicación sobre todo- para hacer frente a la crisis económica, pero también a las crisis personales. Se nos proponen terapias, lecturas, prácticas diversas, lugares de encuentro, escuelas psicológicas, seminarios, sanaciones, rituales, tratamientos corporales, etc. Todo ello puede llegar a convertirse en una auténtica jungla de posibilidades que, finalmente, resulten inabordables. Yo mismo me he movido durante años entre diversas opciones de éstas y, francamente, creo poder entender bastante bien a quien, frente a tanta oferta (inflada ahora por causa de la crisis económica y social que nos ha alcanzado) no sabe, o tienes dudas de, por donde tirar.

A mi entender, lo primero de todo es DARSE CUENTA, o sea poder detectar si uno no está bien o, por decirlo de un modo más corriente hoy en día, si uno tiene, o se encuentra dentro de, una crisis personal. Lo digo porque no es lo mismo afrontar las otras crisis (familiares, económicas, laborales, etc.) desde una posición de relativa estabilidad emocional que desde otra en la que uno esté sumido en el desconcierto en relación consigo mismo.

Hay muchas personas que todavía no son capaces de hacerlo. Viven mal –emocionalmente- pero piensan que todo es debido a factores externos. La mayoría de ellas se conforma con ir tirando y quejándose permanente de lo mal que está todo. Por eso, cuando a este tipo de personas les llega un momento duro en su vida, suele pasar, en general, que no pueden asumirlo con madurez suficiente. Unas se hunden, otras se desesperan, y otras acumulan dentro de sí mucha rabia y rencor contra el mundo y, en algunos casos, enferman. Sin embargo, también las hay que, en medio de los momentos duros, descubren que tenían que haber cambiado de vida o de actitud ante la vida desde hacía bastante tiempo. Éstas son las personas que se DAN CUENTA de la existencia de su yo emocional, la de su mundo emocional, e inician un diálogo consigo mismas que en muchos casos les permitirá poder hacer el cambio que necesitan.

Ante tantas ofertas para “solucionar” las crisis (en plural) a mi me parece –como decía antes- que antes que nada hemos de ver si tenemos una crisis personal, en el sentido de DARNOS CUENTA de que la manera cómo hemos vivido hasta hoy mismo ya no nos sirve, de que algo ha cambiado dentro de nosotros que nos lo permite ver de esta manera. Por mucho que practiquemos o hagamos yoga, meditación, tai chi, terapias alternativas, gimnasia, meditación transcendental, etc., si cada uno de nosotros no entra en contacto íntimo consigo mismo, no lograremos afrontar las crisis con garantías de éxito.

Por otra parte, nos puede ocurrir que tengamos mucha y muy buena información sobre las cosas que nos pueden estar pasando internamente (que las entendamos intelectualmente) y que, sin embargo, no seamos capaces de pasar del entendimiento (mental) de esos fenómenos a la conexión personal (emocional) con lo que nos pasa. La acumulación de conocimientos, llamémosles intelectuales, no conduce necesariamente a la vivencia emocional. Por eso ocurre (a mí me ha ocurrido en más de una ocasión) que llega un momento en que nos sentimos saturados de tener tanta información. Hoy nos bombardean a diario con mil “soluciones” teóricas, pero yo sostengo que lo principal de todo es encontrar la manera de conectar íntimamente con uno mismo, como ya he dicho antes. Cualquier método es bueno, en principio, para lograrlo. Cada persona ha de encontrar el suyo. A una le puede ir bien la meditación, a otra el silencio y la relajación, a otra la lectura, a otra la reflexión, etc. Cada una ha de buscar su camino.

En mi caso, las terapias emocionales sucedieron a las lecturas y a la práctica de la meditación. No puedo afirmar en qué grado han influido cada una para hallarme como y donde me hallo, pero lo cierto es que fue en el ámbito de las primeras dónde me descubrí a mí mismo emocionalmente, o sea, donde ME DI CUENTA de que algo me pasaba emocionalmente que no me permitía estar bien. Por eso, desde entonces, sigo trabajando en este campo, ya que es lo que me ha permitido ir avanzando hacia sentirme más libre, más auténtico, más yo mismo, y liberarme de muchas ataduras de pensamiento y de conducta adquiridas a lo largo de mi niñez, de mi juventud y de mi primera etapa de madurez.

Propongo, por tanto, que quien quiera llegar a estar mejor emocionalmente, se encuentre primeramente a sí mismo interiormente e inicie un diálogo íntimo consigo mismo que le permita descubrir (DARSE CUENTA DE) dónde están los puntos de malestar en su vida. Sin eso, dudo mucho que se pueda avanzar hacia el bienestar personal. Hay que pasar de lo mental a lo emocional. Está bien tener información sobre los “remedios” pero hay que trascenderlos, superarlos, e ir a otra fase: la de la vivencia de las emociones, la de las propias dificultades que nos impiden estar bien. Ya sé que hay mucha gente que dice “yo ya sé cuáles son mis problemas”. Y puede ser cierto, lo saben pero sólo con la cabeza, mentalmente, porque no se han decidido a conectar realmente con esos problemas y eso les impedirá absolutamente avanzar hacia su solución. ¿Lo hacen por miedo? Puede que sí, pero si no se deciden a abordarlos emocionalmente no creo que los puedan solucionar. Y ya sé que hay otros que niegan que tengan problemas (aunque los que le rodean los vean con toda claridad) pero éstos, como ya he avanzado, tienen que DARSE CUENTA antes que nada, justamente, de que los tienen.

Cada persona tiene una manera y un ritmo propios para afrontar estos asuntos. Esto es, cada persona tiene su forma de hacer el camino. Pero la inteligencia humana progresa a través de alcanzar nuevos estadios de conocimiento y autoconocimiento, y eso es una condición ineludible por igual para a toda clase de caminos y de ritmos.

jueves, 9 de septiembre de 2010

POCO A POCO

Cada uno de nosotros –como he dicho en alguna otra ocasión- es único e irrepetible. Por eso, cada uno sigue su propio camino, único e irrepetible también. Por eso, y en mi opinión, cada uno tiene una manera y un ritmo propios para salir del (de su) malestar.

He conocido muchas formas de presentarse el malestar en las personas. Las hay que necesitan llegar a colapsarse o bloquearse emocionalmente para poder empezar a reaccionar. Otras no se dan cuenta de su situación hasta que no se hallan sumidas en una profunda tristeza y desazón. Y otras, cuando pierden totalmente el control y sufren un ataque de nervios, eso las obliga a hacer borrón y cuenta nueva y a empezar de cero. La mayoría de las personas que he conocido, sin embargo, no han llegado a esos puntos de saturación y van pasando como pueden por encima de las dificultades diarias. Pero en casi todos los casos suele haber en ellas un descontento básico sobre lo que están haciendo con sus vidas.

Digo todo esto para poder referirme al “Poco a poco” con el que encabezo esta entrada de hoy. Y es que, para salir de las situaciones que he descrito o similares, la primera regla de oro para mí es ésa: ir poco a poco (como suele decir a menudo una amiga mía). A veces necesitamos más de media vida para darnos cuenta de que no estamos llevando la vida que realmente necesitamos, así es que no creo que suceda nada si nos tomamos algo de tiempo para analizar qué nos pasa y para examinar las alternativas que se nos presentan. Cada persona tiene su ritmo. Unos vamos como tortugas y otros van como caballos –como decíamos el otro día- y cada uno tiene que ir a su ritmo, sin impacientarse, porque lo que nos jugamos es poder llegar a un punto de nuestra forma de estar en el mundo en el cual nos encontremos cómodos y suficientemente serenos, a pesar de los embates de la vida. Tan cómodos como para poder empezar a cambiar las cosas que no nos van bien (por dentro pero también por fuera).

A veces, cuando se empieza a salir de la situación de bloqueo, depresión o ataque de nervios, uno quisiera recuperar rápidamente “el tiempo perdido”, pero no es así como es aconsejable actuar, porque se corre el peligro de llegar a sufrir el llamado “efecto rebote”. Uno ha de ir consolidando gradualmente lo que vaya consiguiendo. La claridad tiene una cualidad y es que se filtra como la luz del sol por cualquier rendija, en nuestro caso por cualquier rendija que aparezca entre las rigideces de nuestro estado emocional habitual y de nuestro carácter. Es como un goteo. No se sabe cómo se produce, pero es un hecho que todos los que lo hemos experimentado hemos comprobado que se produce. Cada día un poco más. Cada día un poco mejor. Sin prisas.

En la generalidad de los casos, es decir, cuando no se produce el bloqueo o colapso, la tristeza en grado sumo o el descontrol nervioso, lo más difícil es darse cuenta de que a uno le está pasando algo. Normalmente solemos responder “a mí no me pasa nada” cuando nos preguntan si nos pasa algo. Es una forma muy corriente de no querer saber qué nos sucede. Una forma de tapar lo que nos ocurre. Y además, una forma muy mecánica de hacerlo: la que hemos aprendido en familia y en sociedad. Una forma reactiva de responder, sin nada de reflexión por el medio. Y, sin embargo, yo soy de los que piensan que a todo el mundo le pasa algo. Y que sería bueno que se pudiera conectar con lo que nos pasa, para, así, poderlo reconocer y evitar que se enquiste en las capas profundas del subconsciente y que pueda derivar hacia la aparición de un brote abrupto del malestar interno que quizás llegue a causar el caos en nuestras relaciones con los demás.

A lo que creo que debemos aspirar –según mi punto de vista- es a tener una paz básica en nuestro corazón o –dicho de otro modo- a tener un corazón básicamente en paz, porque sólo así, a mi modo de ver, podremos vivir la vida desplegándonos del todo, abriéndonos al mundo sin reservas y siendo receptivos hacia lo que nos venga. Cualquier cosa que nos haya de llegar, sería bueno que nos encontrara abiertos y receptivos; no resignados y pasivos, sino receptivos – que no es lo mismo- y, si pudiera ser, llenos de curiosidad hacia lo que se está produciendo. Cuanto más abiertos estemos, tantas más oportunidades tendremos de estar en paz y en armonía con el mundo que nos rodea y con nosotros mismos.

Suele oponerse a esta postura que, si estamos muy abiertos, pueden presentarse los peligros que nos cogerían desprevenidos. Esta es la posición del miedo, que es la más extendida en nuestro entorno cultural. Yo no estoy diciendo que nos hayamos de desproteger ante los peligros reales y objetivos, sino que frente a las cosas de la vida ordinaria no es adecuado ni proporcionado que estemos a la defensiva como si se tratara de fieras salvajes que nos vienen a atacar.

Por eso termino insistiendo en que para estar bien es fundamental huir del estrés, y conseguir una situación emocional de calma básica. Claro está que esa calma básica hay que conseguirla poco a poco; cada uno a su ritmo y cada uno a su manera.

viernes, 3 de septiembre de 2010

DEPRISA, DEPRISA

En mi entrada anterior, me referí a la meditación, tal como la concebía la artista Miriam Subirana. Hoy también me referiré a ella (a la meditación) en la visión de un practicante de Yoga muy veterano. Pero si he titulado esta entrada “Deprisa, deprisa”, es porque tanto el Yoga como la meditación son, para mí, dos formas, entre otras, de hacer frente al estrés, que constituye a su vez una de las fuentes principales de malestar e incluso de algunas enfermedades de nuestros días.

Bajo mi punto de vista, cuando llenamos de compromisos, ocupaciones y actividades nuestras vidas, lo hacemos en muchos casos para no tener tiempo para pensar o para no pensar en nada que no sea nuestra agenda de compromisos. Es decir que muchas personas, hoy en día, practican el “deprisa, deprisa” para huir de algunas dificultades que tienen en su vida personal y familiar y que no saben cómo resolver. Pero eso no tiene nada que ver con que a unas personas les guste ir más rápidas y a otras más lentas. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Jordi Colomer: Si eres caballo, no seas tortuga. Y si eres tortuga, no seas caballo.

Por mucho que pretendamos huir, la realidad se impone, nuestras dificultades están ahí y no las podremos evitar permanentemente. Si, por ejemplo, hay alguna persona cuya forma de dirigirse a nosotros es agresiva y eso nos da pavor o nos crea mucha incomodidad, en algún momento vamos a tener que asumir, simplemente para generarnos a nosotros mismos nuestro propio bienestar, que hay que hacer frente a la situación, o sea, como se dice coloquialmente, que vamos a “tener que coger al toro por los cuernos”. Y eso, además, vamos a tener que hacerlo adecuadamente, esto es, sin entrar en el juego de acusaciones y persecuciones mutuas con esa persona.

Jordi Colomer habla de: aprender a crear una distancia entre yo, que soy el observador, y lo que ocurre. Yo lo interpreto –en su contexto- como no dejarse atrapar per las situaciones emocionales estresantes. Se trata –eso sí- de afrontarlas, pero no de entregarse a las emociones negativas (una bronca, por ejemplo) como lo haríamos a una emoción positiva como las que, por ejemplo, se generan en la entrega sexual de pareja. Esa es también la clave para mí. No hay que huir frente a los conflictos, pero tampoco hay que entregarse y rendirse a ellos.

Un último apunte. A mi entender, las personas que generan los conflictos a menudo son personas con problemas emocionales y eso hay que tenerlo en cuenta. Ahora bien, tenerlo en cuenta no quiere decir que tengamos que salvarlas, protegerlas o cubrirlas. Sencillamente, porque son adultas y son ellas las responsables de cambiar sus actitudes. Por otra parte, si les damos cobijo activo y entramos en el juego psicológico que nos plantean (víctima/salvador) vamos ayudarlas, sin querer, a que no cambien. Y, en última instancia, sus enfados, sus quejas, sus críticas, su agresividad, pueden llegar a contaminarnos y acabaremos practicando lo mismo que ella y sintiéndonos tan mal como se siente esa persona.

A continuación transcribo la entrevista a Jordi Colomer aparecida en la revista Natural Link

Jordi Colomer es profesor de Yoga y sostiene que las principales causas de estrés en Occidente son querer ser lo que no somos y hacer demasiadas cosas en una hora.

Lo hice por prescripción médica. Y al cabo de seis meses ya no tomaba pastillas, dormía bien, no fumaba y mi carácter había cambiado.

¿Cuál fue el detonante?
Un día estaba cursando una demanda y cogí la máquina de escribir y la tiré contra la pared.

¿Y?
Llegué a la conclusión de que mi vida no funcionaba. Dejé la abogacía y monté un centro de yoga.

¿Se puede estar tranquilo, aunque se sea una persona nerviosa?
Si eres caballo, no seas tortuga. Y si eres tortuga, no seas caballo.

El 90% de la gente es caballo y quiere ser tortuga, y viceversa. Tenemos que aprender cuál es nuestro ritmo. A una persona dinámica no le podemos pedir que vaya despacio, porque eso le creará un estrés enorme. Y al contrario. Y hay otro principio para no tener estrés.

¿Cuál?
No metas en una hora lo que no cabe. En cambio, la calle está llena de gente que hace lo contrario. Cada mañana me fijo en la gente de Barcelona. Veo a la gente en los bares, de pie, esperando para meterse el café rápidamente y salir pitando. En cambio, los electricistas y los albañiles, se sientan en la mesa y se toman su tiempo. Sacan su bocata y hablan tranquilamente. Pero los ejecutivos con hipoteca y coche de lujo no lo hacen. Están creando estrés. Y ¿qué pasará cuando lleguen a la oficina? ¿O cuando lleguen por la noche a su casa? Así no se puede vivir. Admiro a los que se sientan en el bar con su bocata.

¿Hace 35 años, como profesor de yoga, lo miraban raro?
Sí. Me preguntaban si hacía judo.

Ahora está de moda.
Ahora el yoga está distorsionado. El yoga tiene unas bases muy bien fijadas, y lo que se entiende ahora por yoga son una serie de ejercicios di- námicos. La postura de yoga surte efecto si se puede mantener un mí- nimo de tres minutos con comodidad. Y la comodidad se obtiene a través de la práctica. Cuando el yoga se aparta de la inmovilidad, desaparece, y entonces estamos ante una sesión de estiramientos. Además, Occidente ha investigado quizá más el yoga que el propio Oriente, pero lo ha convertido en una terapia, cuando no lo es.

¿Qué es?
Una serie de prácticas que llevan a la evolución del ser, y también previenen enfermedades, pero no las curan. Permiten vivir mejor.

¿Qué es vivir mejor?
No acumular tensiones. Aprender a crear una distancia entre yo, que soy el observador, y lo que ocurre.

Llamémosle meditación.
Una técnica muy importante es la meditación Vipasana, que enseña a mantener el equilibrio entre el observador y lo que está ocurriendo. Si logras este equilibrio, no acumulas tensiones. Si me digo: "Ahora estoy en este estado o en este problema y voy a entregarme totalmente", entonces acumularé tensiones. Después hay métodos para eliminarlas pero, de momento, se acumulan.

¿Se considera un sabio?
En absoluto. Cada día aprendo a crear distancia con lo que ocurre. Y lo que sé es darme cuenta de que he fallado, pero sin tener sentido de culpabilidad, porque no sirve de nada. Si he fallado, quiere decir que he acumulado estrés y que tengo que eliminarlo.

Pero ¿esta distancia no nos hace vivir la vida menos intensamente?
No. Si quieres compenetrarte con una situación y sufrir, allá tú; eres libre. Pero si aquello no te hace sufrir, como una relación sexual, pues entrégate, vívela intensamente.

¿Cómo reacciona si le insultan?
Si me llaman narizotas, pues acepto lo que me dicen. Es su visión. Otra persona dirá otra cosa distinta y también será su visión. No vale la pena preocuparse por las opiniones de los demás, porque no van a cambiar. Lo decía Buda: la discusión no sirve de nada, porque cada uno se mantiene en sus principios.

Nuestra sociedad lo quiere todo muy deprisa. ¿Se puede aprender yoga deprisa?
Si te propones cambiar, vas a crear tensión. Primero hay que aceptar que estás mal y practicar; no cambiar, sino practicar. Con una práctica diaria en casa, en seis meses la persona tiene un cambio muy fuerte. Pero quisiera aclarar que las asanas y el pranayama te cambian físicamente. Si quieres cambiar mentalmente, tienes que meditar.

¿Qué tipo de meditación?
El cambio más potente es a través de la meditación Vipasana y el yoga Nidra. Las más válidas para vivir en Occidente.

Domingo, 06 Junio 2010
© 2010 - Natural Link