sábado, 18 de septiembre de 2010

DARSE CUENTA

Hoy en día, son muchas las propuestas que nos llegan -a través de los medios de comunicación sobre todo- para hacer frente a la crisis económica, pero también a las crisis personales. Se nos proponen terapias, lecturas, prácticas diversas, lugares de encuentro, escuelas psicológicas, seminarios, sanaciones, rituales, tratamientos corporales, etc. Todo ello puede llegar a convertirse en una auténtica jungla de posibilidades que, finalmente, resulten inabordables. Yo mismo me he movido durante años entre diversas opciones de éstas y, francamente, creo poder entender bastante bien a quien, frente a tanta oferta (inflada ahora por causa de la crisis económica y social que nos ha alcanzado) no sabe, o tienes dudas de, por donde tirar.

A mi entender, lo primero de todo es DARSE CUENTA, o sea poder detectar si uno no está bien o, por decirlo de un modo más corriente hoy en día, si uno tiene, o se encuentra dentro de, una crisis personal. Lo digo porque no es lo mismo afrontar las otras crisis (familiares, económicas, laborales, etc.) desde una posición de relativa estabilidad emocional que desde otra en la que uno esté sumido en el desconcierto en relación consigo mismo.

Hay muchas personas que todavía no son capaces de hacerlo. Viven mal –emocionalmente- pero piensan que todo es debido a factores externos. La mayoría de ellas se conforma con ir tirando y quejándose permanente de lo mal que está todo. Por eso, cuando a este tipo de personas les llega un momento duro en su vida, suele pasar, en general, que no pueden asumirlo con madurez suficiente. Unas se hunden, otras se desesperan, y otras acumulan dentro de sí mucha rabia y rencor contra el mundo y, en algunos casos, enferman. Sin embargo, también las hay que, en medio de los momentos duros, descubren que tenían que haber cambiado de vida o de actitud ante la vida desde hacía bastante tiempo. Éstas son las personas que se DAN CUENTA de la existencia de su yo emocional, la de su mundo emocional, e inician un diálogo consigo mismas que en muchos casos les permitirá poder hacer el cambio que necesitan.

Ante tantas ofertas para “solucionar” las crisis (en plural) a mi me parece –como decía antes- que antes que nada hemos de ver si tenemos una crisis personal, en el sentido de DARNOS CUENTA de que la manera cómo hemos vivido hasta hoy mismo ya no nos sirve, de que algo ha cambiado dentro de nosotros que nos lo permite ver de esta manera. Por mucho que practiquemos o hagamos yoga, meditación, tai chi, terapias alternativas, gimnasia, meditación transcendental, etc., si cada uno de nosotros no entra en contacto íntimo consigo mismo, no lograremos afrontar las crisis con garantías de éxito.

Por otra parte, nos puede ocurrir que tengamos mucha y muy buena información sobre las cosas que nos pueden estar pasando internamente (que las entendamos intelectualmente) y que, sin embargo, no seamos capaces de pasar del entendimiento (mental) de esos fenómenos a la conexión personal (emocional) con lo que nos pasa. La acumulación de conocimientos, llamémosles intelectuales, no conduce necesariamente a la vivencia emocional. Por eso ocurre (a mí me ha ocurrido en más de una ocasión) que llega un momento en que nos sentimos saturados de tener tanta información. Hoy nos bombardean a diario con mil “soluciones” teóricas, pero yo sostengo que lo principal de todo es encontrar la manera de conectar íntimamente con uno mismo, como ya he dicho antes. Cualquier método es bueno, en principio, para lograrlo. Cada persona ha de encontrar el suyo. A una le puede ir bien la meditación, a otra el silencio y la relajación, a otra la lectura, a otra la reflexión, etc. Cada una ha de buscar su camino.

En mi caso, las terapias emocionales sucedieron a las lecturas y a la práctica de la meditación. No puedo afirmar en qué grado han influido cada una para hallarme como y donde me hallo, pero lo cierto es que fue en el ámbito de las primeras dónde me descubrí a mí mismo emocionalmente, o sea, donde ME DI CUENTA de que algo me pasaba emocionalmente que no me permitía estar bien. Por eso, desde entonces, sigo trabajando en este campo, ya que es lo que me ha permitido ir avanzando hacia sentirme más libre, más auténtico, más yo mismo, y liberarme de muchas ataduras de pensamiento y de conducta adquiridas a lo largo de mi niñez, de mi juventud y de mi primera etapa de madurez.

Propongo, por tanto, que quien quiera llegar a estar mejor emocionalmente, se encuentre primeramente a sí mismo interiormente e inicie un diálogo íntimo consigo mismo que le permita descubrir (DARSE CUENTA DE) dónde están los puntos de malestar en su vida. Sin eso, dudo mucho que se pueda avanzar hacia el bienestar personal. Hay que pasar de lo mental a lo emocional. Está bien tener información sobre los “remedios” pero hay que trascenderlos, superarlos, e ir a otra fase: la de la vivencia de las emociones, la de las propias dificultades que nos impiden estar bien. Ya sé que hay mucha gente que dice “yo ya sé cuáles son mis problemas”. Y puede ser cierto, lo saben pero sólo con la cabeza, mentalmente, porque no se han decidido a conectar realmente con esos problemas y eso les impedirá absolutamente avanzar hacia su solución. ¿Lo hacen por miedo? Puede que sí, pero si no se deciden a abordarlos emocionalmente no creo que los puedan solucionar. Y ya sé que hay otros que niegan que tengan problemas (aunque los que le rodean los vean con toda claridad) pero éstos, como ya he avanzado, tienen que DARSE CUENTA antes que nada, justamente, de que los tienen.

Cada persona tiene una manera y un ritmo propios para afrontar estos asuntos. Esto es, cada persona tiene su forma de hacer el camino. Pero la inteligencia humana progresa a través de alcanzar nuevos estadios de conocimiento y autoconocimiento, y eso es una condición ineludible por igual para a toda clase de caminos y de ritmos.

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