sábado, 28 de agosto de 2010

MUJERES Y HOMBRES

En nuestro mundo, es decir, en los paises económicamente desarrollados, la relación entre mujeres y hombres està cambiando desde hace muchas décadas. La forma tradicional, basada en atribuir roles rígidos y diferenciados a cada sexo, está dando paso a relaciones más abiertas e intercambiables entre mujeres y hombres, de manera que los llamados roles ya no son atribuibles, en muchos casos, a uno u otro sexo en exclusiva. Este es el asunto que quería tratar hoy, si bien -como suele ser habitual en este blog- haciéndolo sobre todo desde el punto de vista emocional. A ese fin, transcribo una entrevista de La Vanguuardia a Miriam Subirana, una mujer muy conocida en los medios de comunicación. Escritora, pintora y practicante de meditación desde hace muchos años, dice en esta entrevista cosas muy interesantes, bajo mi punto de vista, que pueden ser ciertamente útiles para los lectores del blog. Quiero destacar algunas de ellas:

"Nos falta inteligencia emocional y espiritual, estamos muy desconectados de nuestro centro, vamos a la búsqueda del otro desde nuestras necesidades y nuestras carencias, y no desde la capacidad de ofrecerse y de compartir".

"No nos han enseñado a amar desde la creatividad y la abundancia, sino que siempre nos han dicho que el otro satisfará nuestros deseos, y esto no existe".

"Tenemos miedos porque nos hace falta autoestima, porque no sabemos amarnos lo suficiente y entonces tenemos miedo a ser rechazados, a no ser queridos, al fracaso"

"la autoestima conlleva la capacidad de querer al otro cuando te quieres a ti mismo".

"si no me quiero y me respeto a mi mismo no sabré respetar a los demás y no los sabré amar".

"Si el otro no actúa como a mi me gustaría que actuase y reacciono sin aceptación y con frustración o culpa, es señal de que tengo una clara dependencia emocional con la otra persona."


En otra ocasión, quizás, daré mi punto de vista sobre otros aspectos de los que se incluyen en la entrevista. De momento, la transcribo literalmente y me despido hasta la próxima oportunidad.

"Miriam Subirana descubrió la meditación y el yoga con tan sólo 16 años y durante la década de los 70 realizó de forma pionera algunos de los primeres talleres relacionados con el arte de saber desconectar del mundo que nos rodea. Para ella la meditación es una herramienta clave para afrontar la situación actual que ella describe como la de una sociedad enferma de dependencias. Es por ello que Subirana ha dedicado su último libro, 'Cómplices', a analizar el actual desencuentro que existe entre hombres y mujeres y en donde propone soluciones que pasan por recuperar el poder interior sin necesidad de imponer o de forzar al otro. Según la autora, que también se dedica desde hace años al arte espiritual, todos necesitamos de una transformación integral para que sea posible la armonía en libertad y aprender a amarnos sin dañarnos.

-Ha utilizado para titular su nuevo libro una palabra, Cómplices, que es muy fácil de escribir, pero difícil de llevarla a la práctica. ¿Es lo más buscado ahora mismo en cualquier relación humana?
-Creo que vamos hacia la búsqueda de la complicidad, quizás no es lo que más se está buscando, pero de momento, si que es cierto que todas las personas que han leído el libro me han comentado que es lo que quieren para ellos. Quizás hasta el momento no le habían puesto una palabra, pero en el fondo es lo que cualquier persona busca, tener cómplices en su vida porque es algo que les da apoyo, sentido de pertenencia, seguridad interior, y sobre todo, les da sentido a su vida.

-Si todos somos humanos, ¿por qué cree que nos cuesta tanto encontrar a esa persona que sea cómplice de nuestros miedos, alegrías, en definitiva, de nuestros sentimientos?
-Cuesta porque nos falta inteligencia emocional y espiritual, estamos muy desconectados de nuestro centro, vamos a la búsqueda del otro desde nuestras necesidades y nuestras carencias, y no desde la capacidad de ofrecerse y de compartir. También creo que tenemos un ego muy curtido y fuerte, y este ego choca y hace fricción. Tenemos muchas expectativas, y las expectativas nos llevan a la frustración, a la tristeza, al desengaño, al malestar…

-¿Qué entiende usted por inteligencia espiritual?
-La inteligencia espiritual es la capacidad de estar en contacto contigo mismo y ser tu mismo en medio de cualquier situación. Es la capacidad de estar en calma mientras a tu alrededor las cosas están cambiando y se mueve el mundo. Es la capacidad de desapego, de no implicarse tanto emocionalmente hasta el punto que te pierdas en la situación. Este desapego es una cualidad que nos ayuda a vivir en medio del caos sin hundirse o ahogarse en el propio caos.

-Nadie nos ha enseñado a cultivar esa inteligencia espiritual que tan bien describe…
-No, es cierto, no nos lo han enseñado. Nos han enseñado a amar y ser libres, a amar y a engancharnos y a tener miedos, preocupaciones y agobios. No nos han enseñado a amar desde la creatividad y la abundancia, sino que siempre nos han dicho que el otro satisfará nuestros deseos, y esto no existe.

-¿Cómo podemos conseguir este tipo de inteligencia que nadie nos ha enseñado?
-Siempre hay un momento en el que tu cuerpo hace clic y te das cuenta de que la necesitas. ¿Cómo cultivarla? Leyendo, estudiando, trabajándose a uno mismo, pero sobre todo, meditando. La meditación es lo que te ayuda a conectar con tu centro, con tu espacio interior…

-¿Cree que la sociedad actual donde todo es aquí y ahora está preparada para iniciarse en el arte de la meditación?
-No sé si estoy muy de acuerdo, creo que cada vez la meditación está entrando más en los diferentes espacios de la sociedad, incluso empresariales. Lo que pasa es que hay gente que le tiene miedo porque en algunos casos la meditación está conectada con rituales, religiones, creencias o dogmas. Yo hablo de una meditación sin dogmas, la palabra de origen latino de la meditación es "mederi", que es sanar, y sanar es volver a la armonía del ser.

-¿Cómo tiene que ser esta meditación que recomienda?
-Es una meditación que empieza con relajación, concentrándote en la respiración, estar en este momento, aquí y ahora, luego es una meditación en la que te concentras con los pensamientos y vas reduciendo el nivel de velocidad de los pensamientos para conectar con un espacio de paz interior. Es ir hacia el silencio. Esta es una práctica que incluye también la visualización y la capacidad de concentrar el pensamiento en un punto. La meditación nos ayuda a preparar el día, conectando con tu intención y tu fuerza e energía. Te ayuda a encontrar la calma en momentos de estrés que son difíciles. Significa coger un par de minutos y desconectar de lo que te rodea. También te ayuda a empaquetar el día, es decir, todo lo que no te quieras llevar para el siguiente día, lo sacas de dentro.

-¿Cada cuando hay que hacerla para que tenga efecto?
-Es bueno hacer una meditación a primera hora de la mañana, una durante el día para aprender este arte del desapego y tomar decisiones de forma más fría, y una meditación al final del día. La primera y la última son de unos diez minutos cada una, y la que hagas durante el día de cinco minutos. Con esto es suficiente. Muchas de las personas que han tenido éxito en la vida practican algún tipo de meditación. Incluso los deportistas practican la visualización, que es un preámbulo de la meditación…

-Y que ayuda a eliminar los pensamientos negativos…
-Exacto, te ayuda a eliminar la negatividad, todo aquello que no necesitas y que de alguna manera vas absorbiendo durante el día sin darte cuenta. Con la meditación ves que hay ciertos ruidos que molestan y que tienes que sacarte de encima.

-¿Por qué tenemos tantos miedos?
-Tenemos miedos porque nos hace falta autoestima, porque no sabemos amarnos lo suficiente y entonces tenemos miedo a ser rechazados, a no ser queridos, al fracaso…Consideramos que el éxito y la aceptación forma parte de que nos quieran, pero aunque te rechacen o no tengas éxito, si tienes autoestima, ya no te rechazarán y el éxito vendrá a buscarte porque la autoestima conlleva la capacidad de querer al otro cuando te quieres a ti mismo. También tenemos miedos porque no experimentamos la esencia del ser y nos quedamos atrapados en la personalidad, con el rol externo.

-Conclusión clara que lleva tiempo pregonando en sus conferencias y libros, para querer a alguien primero hay que aprender a quererse un mismo…
-Sí, esto es básico, si no me quiero y me respeto a mi mismo no sabré respetar a los demás y no los sabré amar.

-¿Hay algún perfil de persona que es más susceptible de tener este tipo de dependencias emocionales?
-Sí, porque hay personas que en su infancia han vivido situaciones muy desgarradoras, relaciones muy desarmonizadas con los padres y todo esto es como una carga que tienes que dejar ir porque sino lo vamos trasladando de generación en generación.

-¿Qué hay que entender por una dependencia emocional?
-Hay diferentes niveles, pero en el momento en el que estoy demasiado pendiente de la otra persona, qué hace, dónde va, cómo está, esto es una señal clara de dependencia emocional. Si el otro no actúa como a mi me gustaría que actuase y reacciono sin aceptación y con frustración o culpa, es señal de que tengo una clara dependencia emocional con la otra persona.

-¿Es paritario con hombres y mujeres?
-Sí, lo que pasa es que quizás la mujer lo manifiesta más y el hombre se lo traga más. Los hombres quizás tienen más dependencia a ser protectores, a tomar las decisiones finales, ser el que manda, el rey de la casa.

-Pero esto está cambiando, ¿o no?
-Sí, pero el hombre sigue teniendo cierta dependencia a ser el protector, sino no se siente viril.

-¿El hecho de que la mujer acceda cada vez más a cargos de responsabilidad y esté, poco a poco, equilibrando su rol con el del hombre ha generado nuevas y más dependencias emocionales?
-Sí porque la mujer ha desconectado de su ternura y feminidad para entrar en un mundo dominado por los hombres durando mucho tiempo. Y esto ha afectado al ego masculino en el sentido de que el hombre tiene que aprender a convivir con mujeres que tienen éxito en el mundo profesional y esto en algunos casos no es fácil.

-No tendría que ser así…
-No tendría que ser así pero es una falta de autoestima, es como si el hombre hubiera sido educado par ser más, para ser mejor en el sentido profesional.

-¿Cómo tiene que ser para usted una relación sentimental completa?
-Autoestima, aceptación total del otro en el proceso en el que está, no tener expectativas de que el otro tiene que satisfacer mis deseos, saber escuchar los sentimientos, no sólo las palabras. Y sobre todo las mujeres tenemos que escuchar a los hombres en su proceso de abrirse emocionalmente.

martes, 24 de agosto de 2010

POR QUÉ NOS CUESTA TANTO DECIR "NO"?

Reproduzco literalmente el artículo sobre este asunto publicado en Internet por: "VIAM. Psicologia on line"

Creo que vale la pena leerlo y reflexionar sobre ello.

¿POR QUÉ NOS CUESTA TRABAJO DECIR “NO”?

¿Alguna vez te has encontrado en una situación en la que aceptas hacer algo que en realidad no querías?

A todos nos ha pasado. Te invitan a una boda a la que no tienes ganas de asistir, pero dices “si, claro, ahí estaré”. Tu tía te regala un suéter con puntos morados para navidad y al preguntar si te gusta, dices: “¡me fascina!”. Tus compañeros del trabajo organizan una cena y aunque prefieres irte a descansar a tu casa, no sabes cómo negarte y terminas asistiendo.

Hay muchas razones por las cuales nos cuesta trabajo decir “no”. Por supuesto, depende de la situación, y de la persona. Hay situaciones en las que es prácticamente imposible decir “no”, como cuando tu jefe te “pide” que te quedes a una junta muy importante después de tu horario de trabajo. Existen otras en las que suele ser más fácil, como cuando llega a pedirnos dinero en la calle quien obligadamente te limpia el parabrisas del carro.

La dificultad para decir “no” es algo normal y adaptativo en cierta medida. Como en todas las conductas humanas, existen los extremos, y mientras más nos acercamos a uno u otro, comenzamos a tener problemas.

En el caso de saber decir “no”, en un extremo están las personas a las que prácticamente nunca les cuesta trabajo decirlo. Estas personas que de primera instancia pudieran parecer muy seguras de si mismas, suelen tener muy poca capacidad para empatizar con las necesidades de los demás y por lo mismo tienen fuertes problemas interpersonales.

En el otro extremo están aquellos a los que les es prácticamente imposible decir “no”, y viven su vida resolviendo las necesidades de otros anulándose a sí mismos y a sus propias necesidades y deseos.

El decir “no” es difícil cuando implica ir en contra de las expectativas o deseos de otro, es decir, cuando nos piden algo o esperan algo de nosotros, ya sea una reacción determinada, una opinión, una conducta, etc., o cuando otra persona manifiesta su deseo y depende de nosotros satisfacerlo.

Mencionamos anteriormente que esta dificultad para negarnos es, en cierta medida adaptativa, ya que efectivamente hay situaciones en que socialmente nos es más conveniente y funcional decir “si”, aunque en el fondo quisiéramos decir “no”.

El conflicto surge específicamente cuando se encuentran dos necesidades opuestas. Si alguien nos pide hacer algo que sí deseamos hacer, no hay conflicto alguno. Son dos necesidades que van en la misma dirección. Pero si nos piden hacer algo que nosotros no deseamos hacer, es cuando entramos en conflicto. Tenemos que decidir a qué necesidad darle prioridad, si a la mía, o a la del otro.

Algunos de los motivos más comunes que nos dificultan decir “no” son los siguientes:

- Por evitar un conflicto. Si sabemos que negarnos va a generar una situación problemática para nosotros, generalmente tendemos a ceder. Sobre todo si esa problemática nos es significativa, como en el caso del jefe y la junta de trabajo.

- Por no hacer sentir mal al otro. Lo que es mejor conocido como culpa. Muchas veces, sin darnos cuenta, nos imaginamos lo que el otro va a sentir si nos negamos. Por supuesto que nosotros solo lo imaginamos y no sabemos cómo lo va a tomar en realidad la otra persona, pero nos dejamos guiar por aquello que imaginamos que va a sentir, y si eso que imaginamos no resulta agradable, preferimos no hacerlo pasar por eso.

- Por miedo a no ser aceptado. Contrario a imaginarnos lo que va a sentir la otra persona si nos negamos, más bien nos imaginamos lo que va a pensar de nosotros. Esto es un miedo a ser rechazado, el cual en algunas personas es más marcado que en otras.

- Por sentir que no tengo derecho a negarme. Esto generalmente es un problema de autoestima, en donde damos por hecho que las necesidades del otro son más importantes que las nuestras, y en cuanto nos piden algo, inmediatamente hacemos de lado lo nuestro para atenderlos.

El problema de no saber decir “no” es que después tenemos que afrontar las consecuencias. Nos obligamos a vivir situaciones que no deseábamos. Es importante reconocer cuál es tu necesidad o deseo, y decidir si eso es una prioridad para ti en ese momento, o si estás dispuesto a ceder a los deseos del otro. No es lo mismo ceder porque me siento obligado a hacerlo, que ceder porque yo lo decido así. Y de igual modo podemos aprender a decir “no” si esto significa poner atención a nuestras propias necesidades y atenderlas. De hecho, es señal de buena autoestima. A veces sentimos que decir “no” por pensar en nuestras necesidades es egoísmo, y en realidad no lo es, si sabemos cuándo queremos ceder, y cuándo no.

Esto es lo más importante para aprender a decir “no”: saber reconocer cual es tu necesidad, deseo o interés. Una vez que lo identifiques, solamente tú podrás decidir si en ese momento tu necesidad es una prioridad para ti, o no lo es. Nadie puede definir esto por ti.

--------------------------------------------------------------------------------

APRENDER A DECIR “NO”:

1. Pregúntate si lo que te están pidiendo es algo que tu realmente quieres hacer. Piénsalo detenidamente, no te dejes llevar por el impulso de decir “si”. Observa si TU realmente deseas hacerlo o no, independientemente de los deseos o las expectativas del otro.

2. Toma tu tiempo antes de responder. No des una respuesta en ese momento, di algo como: “déjame pensarlo y te digo al rato”, o “tengo que verificar si no tengo otros compromisos, pero te confirmo mañana”. Esto te va a ayudar mucho a observar con calma si lo que te están pidiendo es algo que tu quieres hacer o no.

3. Pregúntate si tienes el tiempo para hacerlo. Muchas veces no es que no queramos complacer al otro, simplemente no tenemos el tiempo. Evalúa tus prioridades y si decides que puedes dedicar algo de tu tiempo al otro sin afectar tus proyectos, adelante. De lo contrario, es mejor decir “no”.

4. Puedes buscar un punto medio. Tal vez no quieras hacer exactamente lo que te piden pero si estás dispuesto a buscar un acuerdo en el que ambas partes ceden un poco. Di “no”, pero propón otra alternativa. Puedes decir algo como: “mira, hoy no puedo ayudarte con eso pero si no te es muy urgente, mañana sí tendría una hora para ayudarte”.

5. Si vas a decir “no”, sé honesto y amable. Lo mejor es decirle al otro que no podemos porque tenemos otros pendientes, sin tener que entrar en detalles, y decírselo de la manera más amable y con seguridad, que al decir “no”, no te sientas mal de decirlo. Se trata de que puedas decir “no” con la seguridad de que es tu decisión y de que tienes todo el derecho de negarte. Recuerda que es señal de buena autoestima. Es mejor decir no con una sonrisa que con cara de culpa, ¿no crees?


Recuerda: Lo más importante es que tu sepas qué es lo mejor para ti, qué si va con tus planes y tus proyectos y qué no. Así es cómo vas a poder ser tú quien decida cuando decir “sí”, y cuando decir tranquilamente “no”.


(VIAM. Psicologia on line)

domingo, 15 de agosto de 2010

LA BUENA VIDA

A medida que vamos quitándonos más vendas de los ojos, percibimos mejor la luz y, por tanto, vemos más claramente la realidad: nuestra realidad interior y lo que conocenos como realidad exterior. El ser humano está en constante evolución. Ahora nos ocupamos mucho de los aspectos emocionales, pero hay otros niveles del ser, en forma humana, que también hay que cuidar para poder seguir creciendo y madurando.

Me ha parecido que el título de “La buena vida” –como el de la película- podía ser muy adecuado para el comentario de hoy. En última instancia, todos los humanos, sin excepción, tenemos el mismo derecho a disfrutar de una buena vida, pero no sólo el derecho sino también la necesidad de disfrutarla. Si no podemos llegar a decir que tenemos una buena vida, algo está fallando en nosotros, algo no se está desarrollando como debiera.

Después de unas semanas de descanso, vuelvo al blog para seguir incluyendo sugerencias para ser feliz, algunas de mi cosecha (como me gusta decir) y otras sacadas de las sabidurías esparcidas por el mundo, que son muchas.

Volviendo al principio. A mi entender, conviene tener siempre presente que todo, en el nivel de lo fundamental, está ya hecho en el mundo o en el cosmos –como queramos llamarlo-, que nosotros no tenemos que hacer nada, que el mundo es como es y lo que es, que así lo encontramos al nacer y así seguirá después de que hayamos dejado esta vida. Pero lo que sí podemos y tenemos que hacer es abrir los ojos más y más, mirar, ver y observar. Todo nos revela que las cosas –en un nivel esencial, insisto- están bien hechas, que hay una armonía, que hay una interrelación entre los componentes del Universo. Pues bien, cuando la mirada está suficientemente madura, entonces vemos que nosotros formamos parte inseparable de ese conjunto armónico. Y me refiero a una mirada integral, a la que se hace desde la mente y desde el corazón al mismo tiempo. Lo aconsejable es, simplemente, quitarnos las vendas que todavía cubren nuestros ojos (el conocido “velo de Maya” en la tradición hindú) y ver la realidad, tal como es, que está delante de nosotros, en todo su esplendor, en toda su brillantez.

Buscar la felicidad, para mí, es situarse en esa perspectiva, en la de saber que estamos en constante evolución, la cual consiste en una maduración progresiva para poder descubrir, cada vez mejor, lo que nos impide sentirnos llenos, en plenitud. Sentir un cierto grado de insatisfacción es perfectamente humano, ya que estamos en el camino hacia conseguir esa felicidad de la que siempre hablamos. Pero lo bueno es que, desde siempre, disponemos de instrumentos para poder ir quitándonos más y más vendas de nuestros ojos, y sobre esos instrumentos es de lo que venimos hablando desde hace unos meses. No son los demás los que nos tienen que proporcionar felicidad, sino nosotros mismos los que podemos avanzar para llegar a sentirnos bien situados en el mundo y en la vida. Podemos conseguirlo si abrimos más y más nuestra mirada hacia dentro y hacia afuera de nosotros mismos. Es más, tenemos que conseguirlo porque la vida sigue y nuestra evolución como seres humanos también. Es algo difícil de entender a la primera, pero lo cierto es que los seres humanos somos como una especie de chispa de luz cósmica –por llamarlo de algún modo- procedente de - y llamada a integrarse definitivamente dentro de- un orden universal que yo llamo Amor. Otra cosa es que, mientras nuestros ojos permanezcan medio ocultos, nos tengamos que debatir con sentimientos como: la envidia, los celos, la frustración, el miedo, la cólera, la venganza, la tristeza, el desánimo, la desilusión, etc.

Mi propósito hoy es recordarme a mí mismo y a quienes lean este blog que hay un camino hacia el bienestar, que pasa necesariamente por madurar como seres humanos, y que esta maduración se tiene que producir paralelamente en todos los niveles de lo que somos. Hay quien no cuida su cuerpo, hay quien no cuida su mente y hay quien no cuida su corazón (sus sentimientos y emociones). Pero todo hay que cuidarlo. El cuerpo nos permite la conexión básica con el mundo, a través de los sentidos, y también poder sentir los placeres de la vida, que son magníficos. Un cuerpo realmente cuidado y despierto nos facilitará el éxtasis, sin ninguna duda. La mente procesa la información que nos llega desde nuestro interior y desde el exterior, y nos ayuda a poder tomar las decisiones adecuadas para nosotros en cada situación. Una mente turbia, producto de unos malos cuidados, puede confundirnos y llevarnos incluso al bloqueo mental y emocional. Y el corazón, que es donde metafóricamente residen los sentimientos, hay que cuidarlo para poder discernir lo que nos va bien y lo que no en el mundo de las relaciones con nosotros mismos y con los demás.

La buena vida, por tanto, puede empezar ya, desde ahora mismo, si queremos. No hace falta esperar a conseguirla. Podemos comenzar a cuidar (o continuar cuidando) nuestra mente, nuestro cuerpo y nuestro corazón. Es cuestión de darse cuenta de ello y de tenerlo siempre presente. No hay suficiente con cuidar alguno de los aspectos del ser, los tenemos que cuidar todos. Hay quien piensa que con practicar yoga o tai chi ya hay bastante y que todo lo demás vendrá por añadidura. Otros creen que yendo al gimnasio o corriendo maratones ya está todo hecho. Y otros, que encontrando una buena pareja y viviendo una gran historia de amor se acabarán los problemas. Y también los hay que piensan que por dedicarse a la literatura o a cualquiera de las artes obtendrán la recompensa de ser felices. Yo creo que no. Los humanos somos seres integrales, que comprenden diversos niveles del ser, los cuales pueden evolucionar (y de hecho evolucionan) a diferente ritmo y, por tanto, hay que atenderlos a todos por igual y constantemente. Hay quien se ha quedado estancado, fundamentalmente, en su cuerpo y sólo busca la satisfacción (la “felicidad”) en los placeres físicos sin límite, dejando de lado los cuidados que su parte somática requiere. Los hay que sólo sienten o sólo quieren sentir emociones románticas, descuidando la necesaria maduración de su corazón. Y hay quien no se preocupa ni de su corazón ni de su cuerpo y vive encerrado en la burbuja abstracta de sus pensamientos y de sus reflexiones metafísicas o de sus cálculos para ganar más dinero en los negocios. Ninguno de ellos, a mi juicio, va por el buen camino de ser un ser humano integral, que es lo que somos potencialmente desde que nacemos.

Para mí, lo más elevado en los humanos se desprende de ellos cuando son capaces de estar en el mundo, bien plantados, bien situados, bien ubicados, o sea de forma integral: físicamente, mentalmente y emocionalmente. Eso es, a mi entender, la buena vida.

Para acabar, recomiendo la lectura de una novela que a mí me ha inspirado muchísimo. Se trata de “Piezas en fuga”. La autora: Anne Michaels. Editorial Alfaguara. Transcribo un párrafo corto:

“Es un error creer que son las cosas pequeñas las que dominamos y no las grandes. ¡Es al revés! No podemos evitar los accidentes pequeños, el minúsculo detalle que introduce una conspiración en el destino: ese momento extra en que corres a recoger algo olvidado, un momento que te salva de un accidente –o te lo provoca. Pero podemos imponer el orden mayor, los grandes valores humanos, el único orden que es lo suficientemente grande para ser visto”