domingo, 25 de julio de 2010

EL PODER QUE TODOS TENEMOS DENTRO

En esta ocasión, no voy a extenderme con mis reflexiones. La entrevista que os transcribo a continuación es, para mí, tan clara, y confirma tanto los puntos de vista que he expuesto durante estos meses, que no necesita comentarios ni apostillas por mi parte. Su lectura es un auténtico placer. La recomiendo encarecidamente. Y a ver si alguna de las personas que seguís el blog os atrevéis a hacer alguna contribución al respecto. Es una buena ocasión.


El Blog Alternativo

EL DON DE VIVIR COMO UNO QUIERE. Claves para lograrlo. Entrevistamos a su autora Concha Barbero

1. ¿Qué es el don de vivir como uno quiere? ¿La piedra filosofal, el sueldo Nescafé para toda la vida? ¿Es algo real y posible?

Vivir como uno quiere es cumplir el cometido para el que se ha venido a este mundo; es ocupar el lugar que te corresponde, en el que te sientes parte activa de la vida, y mediante el que te desarrollas interior y exteriormente.

Tratar de sentirte bien no es una postura egoísta, sino todo lo contrario
. Cuando eres fiel a ti y persigues tus sueños haces también felices a los que te rodean, porque tu buena energía se expande y alcanza a otras personas. El ejemplo es el mejor maestro.

Claro… todo eso no se consigue en un abrir y cerrar de ojos, sino preguntándote quién eres, por qué estás aquí, qué sentido tiene la vida… Todas las respuestas las tienes dentro de ti. Sin embargo, no todo el mundo realiza ese trabajo de introspección, de conexión con su fuente. Mirar dentro de uno mismo requiere humildad y depuración de creencias limitantes.

No hay por qué llevarlo a cabo con sufrimiento o con un gran esfuerzo, sino poniendo tu atención en aprender y disfrutar de cada instante, de cada vivencia y de cada persona, siempre en relación a tu propia actitud.

2. ¿Por qué suena a utopía?

Por lo que acabo de exponer, parece que es más fácil engañarse creyendo que no hay posibilidad de vivir como queremos, sino como nos dejan vivir los demás o las circunstancias. Pero “nadie te ataca, son tus expectativas” (leía hace unos días), y las circunstancias… ¡tantas veces las creamos nosotros!.

Muchas personas pasan descontentas toda una vida, frustradas y renegando por todo, pero dejan intacto su propio espacio, como si no mandaran en sí mismas.
Nos hacemos un gran favor cuando reconocemos el poder que tenemos dentro de nosotros
.

3. ¿Crees que hay demasiadas influencias a nuestro alrededor para ser escépticos en ese sentido?

Sí, lo primero que debemos hacer para avanzar en la dirección que deseamos es quitarnos cualquier sentimiento de culpa; los errores son los que nos han llevado al acierto.
No se nos puede reprochar no haber vivido como queríamos
, porque tenemos muy grabado en nuestra mente que hemos nacido para sufrir.

Nos fijamos más en lo que nos falta que en lo que tenemos, y ese sentimiento de escasez ha pasado de generación en generación.
No somos culpables de nada, pero sí responsables de mutar lo que nos perjudica en lo que nos favorece
. Desde los mismos medios de comunicación, por ejemplo, se difunden diariamente demasiados mensajes negativos. La vida parece ser una batalla en la que lo más común es perder, de modo que cuando alguien insinúa lo contrario se suele poner en duda sus palabras.

Por eso mismo, algunas personas cuando conocen el título de mi libro reaccionan con incredulidad, se resisten al cambio. Para abordar su lectura con interés y de un modo productivo tienes que ser portador de alguna inquietud de transformación.

La suerte es que cada vez más personas precisan evolucionar internamente,
porque han comprobado que esa percepción derrotista de la realidad les va hundiendo
. La situación personal de muchas personas es una muestra de la global que estamos viviendo. El cambio del mundo comienza en mí y en ti.

4. ¿Cuáles son los obstáculos personales que no sólo nos alejan de ese don, sino que hasta nos hacen dudar de que lo merezcamos?

Nos vamos acomodando a las creencias con las que convivimos
y que consideramos inamovibles (nadie nos ha avisado de que podíamos cambiarlas para nuestra felicidad) o que ni siquiera nos hemos parado a considerar.

Aceptamos que lo vivido es muy parecido a lo que nos queda por vivir. Obviamos nuestras posibilidades, nuestro talento, con el que nacimos, pero que se ha ido ocultando con un surtido de miedos que nos van apartando del crecimiento. Llega un momento en el que, efectivamente, no nos creemos siquiera merecedores de una vida armónica y creativa y nos habituamos a autosabotearnos.

Para dominar nuestros autofrenos debemos conocerlos, porque aquello de lo que huimos esconde lo que necesitamos aprender. En el libro abordo algunos de los miedos más comunes: el perfeccionismo, el temor a la opinión o acción de otras personas, la comparación, el sentimiento de inferioridad y, por supuesto, el victimismo.

5. ¿Y cuál es el antídoto?

El refuerzo de la confianza en ti y en la vida desde el amor es la base para llevar una existencia feliz
. El primer paso es el autoconocimiento; más adelante tendrá lugar el desarrollo de la creatividad. Basta con tener la intención de recrear tu propia vida, y lo que deba llegar, llegará.

Los dones que deban manifestarse externamente serán el resultado del trabajo interior.

6. Definamos en detalle “vivir como uno quiere”. ¿Es no trabajar, es no ser asalariado, o trabajar pocas horas? ¿Se puede “vivir como uno quiere” con deudas y familia que sacar a delante?

Vivir como uno quiere es hacer que tus deseos y tus experiencias confluyan.
Para unas personas vivir como desean puede ser, como indico en el libro, disfrutar contemplando la naturaleza (¡nada más y nada menos!), montar un negocio apasionante, desempeñar un trabajo divertido o despertar una capacidad concreta, que te hará vivir el ahora con naturalidad e intensidad. En el fondo, todos sabemos lo que nos haría felices, aunque lo tengamos muy escondido tras las dudas y los prejuicios.

Sé, como todos, que hay muchas personas en difíciles situaciones económicas, laborales… que pueden considerar que todo esto que estamos diciendo no son más que quimeras. Todos tenemos a alguien cercano a quien le ha tocado de lleno el bache que estamos atravesando, pero estoy convencida de que la única salida también para ellos es abandonar la queja, no esperar que te solucione la vida un jefe, el gobierno o tu familia, sino avanzar con decisión, trabajando su patrón de bonanza mental, reinventándose su vida, sin perder el entusiasmo y siempre con disciplina. Y, antes de nada, precisan
creer en sí mismas y planificar un proceso de visualización hacia el progreso y el cumplimiento de sus sueños
.

7. ¿Cómo se te ocurrió escribir este libro? ¿Cuáles son tus objetivos?

Al igual que en mi anterior libro “Palabras para el Bienestar”, quería ponerle palabras a una experiencia que había vivido, la de explotar mi propio don y, sin personalizar en mí, expresar con contundencia que es posible vivir ilusionado.

Inicialmente iba a titularlo “Tienes un don, descúbrelo”, pero me parecía muy parcial. Hay personas que no necesitan desarrollar un don concreto, pero sí cumplir la misión de su vida, desde la entrega a otros, por ejemplo.

La tercera acepción de la RAE para la palabra “don” es “Gracia especial o habilidad para hacer algo”, y qué mejor que desarrollar la capacidad de vivir como se quiere, pensé.

8. ¿A quién se dirige? ¿A jóvenes a tiempo para “no torcerse” o también a “maduritos extraviados”?

A cualquier persona que es consciente de que necesita explotar la energía que tiene retenida y canalizarla hacia lo que sabe le hará más feliz.

Creo que puede serle útil tanto a un joven que se encuentre en un momento clave para orientar su vida, como a alguien que esté en lo que se denomina “la crisis de la media vida”, así como a una persona mayor que está en la etapa ideal para desarrollar lo que no pudo o no fue capaz de hacer por las obligaciones cotidianas durante su vida laboral.

Siempre estamos a tiempo de mejorar nuestra vida. Si muchas personas conocieran las ventajas de atreverse, lo harían con los ojos cerrados.


9. ¿Qué podemos hacer los padres de niños pequeños para que nuestros hijos no necesiten estos libros de mayores porque ya hayan conseguido desarrollar su potencial?

Ser felices, trabajar nuestras debilidades para proyectarles la alegría de vivir; ser honestos para que ellos lo sean, demostrar estímulo por el día a día, enfrentarse a cada circunstancia haciéndoles ver que todo tiene solución, porque incluso de las situaciones más “negras”, se aprende.

Cuando parece que caminamos hacia atrás avanzamos igualmente.
Debemos abrirles la cortina del entusiasmo para que divisen la belleza que les queda por descubrir
.

Esta actitud esperanzadora les aporta mucha seguridad; así les orientamos, no les manejamos, porque ellos ya nacen con su sabiduría esencial.

10. ¿Cómo sería el mundo donde todos vivieran como quisieran? ¿Crees que es posible?

Sería un mundo en el que cada persona se sintiera tan plena de sí que no se aferrara a nada, porque lo tuviera todo. La mayor lacra de la humanidad es el vacío interior, porque suele desencadenar en egoísmo con relación al otro y al medio en el que se desenvuelve. Es el punto de partida de muchos conflictos.

Lo deseable sería vivir en un mundo en el que acabara la repetición, la rutina y los problemas provenientes de la competición, y que se solventaran con la innovación y la colaboración. Un lugar en el que reinara la creatividad. Cada ser humano desarrollaría su potencial con pasión, y lo compartiría, embelleciendo el orbe. Para mí,
la creatividad es amor manifestado en la obra del hombre en este mundo
. Y todos tenemos poder creativo, así que es algo factible.

Estamos en una época de transformación, será lento, pero confiemos en que, uno a uno, vayamos elevando nuestra conciencia, vivamos como queremos y dejemos nuestra huella de amor por el mundo.

CONCHA BARBERO es autora de “Palabras para el bienestar” y “El don de vivir como uno quiere”

Sus blogs son: Silencio activo y Libros de Concha Barbero.

martes, 20 de julio de 2010

LA VERDADERA GENEROSIDAD (a mi entender)

Es un hecho bastante común hacer depender nuestro propio bienestar emocional del de los demás y eso es así porque está muy extendida la creencia de que solamente si somos generosos con los demás, podremos llegar a ser felices. Esta creencia, además, nos conduce a menudo a sentirnos culpables si sospechamos que no hemos sido suficientemente generosos con alguien en una ocasión determinada.

Hemos mamado estas enseñanzas desde que éramos pequeños, y por eso nos hemos esforzado, noche y día a lo largo de los años, por ser generosos y altruistas, esperando, naturalmente, la correspondiente recompensa en forma de sentimientos de bienestar y de felicidad. Sin embargo, lo que sabemos por experiencia es que después de cada acto de generosidad no siempre se produce el ansiado bienestar. Hay veces que estamos hartos de ser generosos porque no somos correspondidos de igual manera, y otras veces estamos hartos porque no vemos nada claro que hayamos de ser generosos en algunos casos o con determinadas personas.

Se ha dicho siempre que las madres deben ser abnegadas. O, dicho de otra manera, se considera generalmente que un atributo de la maternidad que se precie es la abnegación. La historia y la historia de la literatura están llenas de mujeres abnegadas con sus hijos, con sus esposos y con sus padres, porque es el prototipo que nuestra cultura ha querido difundir para garantizar la supervivencia del grupo. Así es que, cuando oíamos decir a nuestra madre que teníamos que ser generosos, veíamos claramente que el modelo a seguir para conseguir esa meta era nuestra propia madre. Por eso podemos recordar cómo nos decían aquello de “tienes que ser bueno”, “no has de ser egoísta”, “has de mirar por los demás”, etc. Naturalmente, la retribución al cambio sólo podía ser un sentimiento de felicidad claro, y sin embargo no era así muchas veces, porque lo que sentías era rabia y enfado. Y ella intentaba calmarte halagando tus oídos con frases como “tú eres muy buena persona”, “tú lo puedes entender”, “esto es lo que espero de ti”. Así era en muchos casos la relación con la madre cuando yo era pequeño, pero incluyo también la relación con el padre porque, en general, estaba cortada por el mismo patrón en aquellos casos en que el padre no era el típico ogro malhumorado o el tradicional padre ausente del hogar excepto para proveer de medios dinerarios a la familia.

Con ese patrón de abnegación y desprendimiento, hemos ido creciendo y conviviendo más o menos bien, pero sin librarnos del todo de los episodios de enfado que en muchos casos sucedían a los actos de generosidad más o menos voluntaria. ¿Y por qué pasaba esto? Pues porque, para mí, en estos casos no se trataba de una verdadera generosidad, sino de una conducta para contentar a los padres o para conseguir que los destinatarios de nuestros actos estuvieran bien. Y eso a costa de no plantearnos a nosotros mismos cuestiones que considero fundamentales para sentirnos bien.

Mi opinión sobre este particular es que cuando seguíamos, de niños, los dictados de nuestros padres tal como los he descrito, lo que hacíamos era complacerlos, sin más, prescindiendo de cuál pudiera ser la necesidad nuestra que teníamos que atender para llegar a encontrarnos bien. Y si lo seguimos haciendo, ya de adultos, con nuestra pareja, con los padres, con los amigos, etc., seguimos complaciendo igual que cuando éramos niños.

Por otra parte, no hay que pasar por alto otro detalle y es que si complacer es someter nuestra posibilidad de ser felices por nosotros mismos a cómo se sientan los demás, también es cierto que complacer es también una forma de manipulación por nuestra parte, o sea, una instrumentalización que hacemos de los demás porque los usamos para podernos sentir bien, aunque sea inconscientemente y con actos de aparente generosidad. ¿Pero cómo podemos dejar de complacer, y de manipular a los demás para que nos hagan sentirnos felices?

A mi entender, la respuesta es: siendo auténticos. Estoy convencido de que el mejor servicio que nos podemos hacer a nosotros mismos y a los otros es ser auténticos.

Cada uno es como es. Somos individuos únicos e irrepetibles. Tenemos derecho a esa individualidad, a ser como somos y a que todo el mundo respete esa individualidad. Esa es la clave. ¿Y qué nos ha pasado a lo largo de la vida? Que no se nos han reconocido o respetado del todo esos derechos. A nuestros educadores, les daban miedo nuestra peculiaridad, nuestras diferencias. Por todos los medios, intentaban reducirnos a un común denominador, esto es, al patrón estándar, a lo que se entendía que era correcto y adecuado pedagógicamente. Y este factor, por sí mismo, ya ha sido capaz de crearnos muchos conflictos emocionales que han pervivido hasta nuestra vida adulta. Si no es así, ¿cómo es que hay tantas personas con problemas de autoestima? ¿Quién les hizo sentir –aunque fuera involuntariamente- que no eran buenas personas porque eran rebeldes, poco dóciles o que tenían conductas divergentes?

Ahora bien, tengo que añadir a todo lo anterior que ser auténtico no quiere decir en ningún caso no respetar a los demás ni no ser generosos. En cuanto a lo primero, creo que ser auténtico, como quiera que se trata de ejercer el derecho a serlo, te enseña y te lleva directamente a respetar el mismo derecho en todas las personas. Y en cuanto a lo segundo, estoy convencido de que la verdadera generosidad surge espontáneamente, de manera natural, del fondo del corazón de todo ser humano cuando se disfruta de bienestar emocional, cuando uno está bien situado emocionalmente, circunstancia que sólo puede darse si uno se tiene cuenta a sí mismo y se respeta a sí mismo haciendo que los demás le respeten a uno como es.

Está claro que no podemos dar lo que no tenemos y que, en cambio, podemos dar lo que tenemos, solamente lo que tenemos. Por eso, entiendo que podemos ser generosos y dar lo mejor de nosotros mismos a los demás si conseguimos ser nosotros mismos y si tenemos en cuenta nuestras necesidades emocionales; pero no seremos generosos auténticamente y no obtendremos el deseado bienestar emocional si nuestros actos de generosidad se basan en seguir los dictados del deber o en complacer.

Somos personas, individuos humanos, y tenemos derecho a ser felices. Y para conseguirlo, hemos de seguir dos vías en paralelo: una, teniéndonos en cuenta a nosotros mismos (recuperando la parte de autoestima que hemos ido perdiendo con la educación que hemos recibido) y la otra, teniendo en cuenta a los otros, respetándolos. Si bien, hace falta insistir en que lo primero de todo, para poder estar bien situados emocionalmente, es conectar con nuestras necesidades emocionales individuales y darles prioridad por delante y por encima de las necesidades de los demás (naturalmente, me refiero a la relación entre adultos, no con los niños). Y eso no quita que, desde nuestro bienestar básico, podamos dedicarnos todo lo que deseemos a ayudar a los demás sinceramente, pues en eso consiste para mí, precisamente, la verdadera generosidad, la que surge de un corazón que vive emocionalmente en paz.

martes, 13 de julio de 2010

EL MUNDO ES COMO ES

Por mi experiencia personal, una de las cosas que más nos cuesta aceptar es cómo son las personas e incluso las cosas en nuestro entorno. Los condicionamientos que tenemos, previos a las experiencias concretas, son tan poderosos que nuestras mentes suelen ver más lo que pensamos de ellas que lo que son en realidad. Lo que suele pasar en nuestro cerebro, según los neurobiólogos, es que lo que hacemos es interpretar la realidad de acuerdo con nuestras experiencias previas, más que verla o vivirla como tal. Por eso transcribiré una entrevista a Mario Alonso Puig que apareció en “La contra” de la Vanguardia y que me parece muy ilustrativa al respecto, y posteriormente seguiré transcribiendo algún material más que he encontrado en internet sobre este asunto. Sin embargo, quería hacer una pequeña reflexión de mi cosecha.

Mi experiencia personal - vuelvo a insistir - es que, cuando nos relacionamos con otra persona, lo primero que hacemos (aunque de forma inconsciente) es tener presente la información que sobre ella tenemos en nuestra memoria. Si la persona nos cae bien, por ejemplo, esa conexión con los datos archivados que tenemos en nuestro cerebro nos preparará para celebrar el encuentro y, naturalmente, abrirá nuestro corazón al recién llegado. Pero, si los datos son negativos, pasará todo lo contrario: nuestro corazón no se abrirá y nuestra mente tampoco a todo lo que no sea repetirse constantemente que aquella persona no nos gusta o nos parece peligrosa o poco recomendable. Y, sin embargo, la realidad –en los dos casos- es que esa persona es como es y que su “realidad” ni se define ni se agota en absoluto con la experiencia que de ella tenemos nosotros y mucho menos con la “realidad resumida e imaginada” que hallamos de ella en nuestra memoria.

Si fuésemos capaces de tener presente la circunstancia de que no vemos la realidad sino es a través de la “idea que nos hemos hecho de ella”, podríamos estar abiertos a las personas y a las cosas de forma mucho más creativa y eso nos permitiría experimentar la vida de forma mucho más enriquecedora y satisfactoria. Y el caso es que, a mi juicio, ese cambio es posible puesto que se trata de un cambio emocional, de un cambio de actitud hacia la vida y hacia el mundo, es decir, un cambio personal, de uno mismo. No se trata de cambiar el mundo para que se adapte a nuestras necesidades, sino de cambiar nosotros para que nos quepa el mundo en nuestro corazón sin esfuerzo y eso nos permita tener paz y ser felices.

El mundo es como es, decía Vicenç Ferrer –el ex jesuita que trabajó más de 40 años para los pobres de la India- en una entrevista que le hicieron en TV3 pocos meses antes de morir. Y añadía que lo que hay que hacer es aceptarlo y actuar en consecuencia para intentar mejorar las condiciones de la gente concreta que nos rodea. Sin embargo, a mi entender, a esa proclamación le faltaba algo. Y es que hemos de ser conscientes de que, en general, no podemos actuar benefactoramente hacia los otros si antes no hemos tomado la decisión de estar bien emocionalmente nosotros mismos. Es la base. Podremos ocuparnos adecuadamente de los demás solamente si nosotros nos ocupamos adecuadamente de nosotros mismos con carácter previo y eso incluye darse cuenta de que vivimos la realidad más a menudo desde lo que hemos aprendido, desde los patrones previos que tenemos en nuestra memoria, que en relación con ella directamente y con el mundo tal como es.

Y a continuación transcribo la entrevista tal como apareció publicada:

VER LO QUE HAY Y ACEPTARLO
MARIO ALONSO PUIG. Cirujano general y del aparato digestivo en el Hospital de Madrid

Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo.

“Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro futuro, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando”. Hay que entrenar esa mente.

-Más de 25 años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión?

-Puedo atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que confía en sí misma puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar por su trayectoria.

-¿Psiconeuroinmunobiología?

-Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos.

-¿De qué se trata?

-Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.

-¿Qué tipo de cambios?

-Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.

-¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior, o eso es cosa de sabios?

-Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.

-¿Cambiar la mente a través del cuerpo?

-Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente, no más razonable, llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.

-¿Dice que no hay que ser razonable?

-Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.

-Exagera.

-Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretación de la realidad.

-Más recursos…

-La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con trastornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades.

-¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?

-Santiago Ramon y Cajal, premio Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metafórica. Ahora sabemos que es literal: “Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”.

-¿Seguro que no exagera?

-No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.

-¿Hablamos de filosofía o de ciencia?

-Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales. Científicos de Harward han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%.

-¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas?

-Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: la percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.

-¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?

-El miedo nos impide salir de la zona de confort, tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.

-La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.

-Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, sino sólo hay automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el entrenamiento de la mente.

-Deme alguna pista.

-Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra. Cuando decimos “voy a hacer esto” y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es la conciencia.

-Ver lo que hay y aceptarlo.

-Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar. Lo que se resiste persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación.

jueves, 8 de julio de 2010

LA SÉPTIMA OLA ES EL AMOR

Transcribo una canción de Sting con su letra respectiva en inglés y en español. Me ha parecido una buena idea compartirla con todos los lectores del Blog.

Saludos.

INGLÉS:

In the empire of the senses
You’re the queen of all you survey
All the cities all the nations
Everything that falls your way, I say:
There is a deeper world than this
That you don’t understand
There is a deeper world than this
Tugging at your hand
Every ripple on the ocean
Every leaf on every tree
Every sand dune in the desert
Every power we never see
There is a deeper wave than this
Swelling in the world
There is a deeper wave than this
Listen to me girl
Feel it rising in the cities
Feel it sweeping over land
Over borders, over frontiers
Nothing will its power withstand, I say:
There is no deeper wave than this
Rising in the world
There is no deeper wave than this
Listen to me girl
All the bloodshed, all the anger
All the weapons, all the greed
All the armies, all the missiles
All the symbols of our fear
There is a deeper wave than this
Rising in the world
There is a deeper wave than this
Listen to me girl
At the still point of destruction
At the centre of the fury
All the angels, all the devils
All around us can’t you see
There is a deeper wave than this
Rising in the land
There is a deeper wave than this
Nothing will withstand
I say love is the seventh wave.

ESPAÑOL:

En el imperio de los sentidos
eres la reina de todo lo que puedes ves.
Todas las ciudades, todas las naciones,
todo aquello que se cruza en tu camino; yo digo:
Hay un mundo más profundo que este,
que no comprendes.
Hay un mundo más profundo que este,
al alcance de tu mano.
Cada ola en el océano,
cada hoja de cada árbol,
cada duna de arena en el desierto,
cada fuerza que nunca vemos.
Hay una onda más profunda que esta,
hinchándose en el mundo.
Hay una onda más profunda que esta,
escúchame mujer.
Siente como crece en las ciudades.
Siente cómo va barriendo la tierra.
Sobre límites, sobre fronteras.
Nada va a resistir su poder; yo digo:
No hay onda más profunda que esta,
alzándose en el mundo.
No hay onda más profunda que esta,
escúchame mujer.
Todo el derramamiento de sangre, toda la ira,
todas las armas, toda la codicia,
todos los ejércitos, todos los misiles,
todos los símbolos de nuestro miedo.
Hay una onda más profunda que esta,
Alzándose en el mundo.
Hay una onda más profunda que esta,
escúchame mujer.
En el punto exacto de la destrucción,
en el centro de la furia,
Todos los ángeles, todos los demonios
a nuestro alrededor ¿no lo ves?
Hay una onda más profunda que esta,
Alzándose en la tierra.
Hay una onda más profunda que esta,
Nada va a resistir.
Yo digo que el amor es la séptima ola.

“Love Is The Seventh Wave” de STING

martes, 6 de julio de 2010

ES NECESARIO UN CAMBIO

Hoy voy a referirme al asunto del “cambio global” que requiere, a juicio de muchos como yo, la situación actual de nuestra civilización. Para ello, he transcrito abajo unos fragmentos de la presentación del “Poyecto Venus” que me ha llegado a través de Internet. Los datos completos se pueden encontrar en la dirección web que indico al final del texto.

A mi modo de ver, comenzar una nueva vida subjetivamente, personalmente, es el mejor camino para ir hacia ese “cambio global”, pero no está de más leer algo de algunos proyectos colectivos avanzados que ya existen.

Una de las cosas básicas que, a mi entender, ha caracterizado a las sociedades humanas a lo largo de la historia y que nos ha llevado a la situación actual es la falta de respeto hacia la naturaleza en general, y hacia el ser humano en particular. Sobre todo por parte de las castas dominantes en cada momento histórico. Incluso hoy en que parece, al menos en nuestro entorno socio-económico privilegiado, que hemos alcanzado cotas muy altas en las libertades individuales y en el respeto a los derechos humanos, me parece que nos hallamos sometidos a un sistema económico-social-político en donde lo que manda es el interés, el beneficio, el consumismo y la producción sin fin de bienes y servicios. Se trata, por tanto, de una sociedad materialista en el sentido de que lo que promueve es el “bienestar material” aunque, a veces, vaya disfrazado de “felicidad” entendida en términos más amplios (emocional, afectiva, psicológica, espiritual, etc.). Pero a la hora de la verdad, los que gobiernan el mundo (y las finanzas, podríamos añadir porque está de actualidad) pegan los “cerrojazos” cuando y donde les conviene, quitan aquí y ponen allá, contaminan en un sitio y financian actividades de saneamiento en otras, provocan conflictos bélicos en un punto del planeta y dicen dedicarse a conseguir la paz en otros, etc. Pero nadie sabe de verdad de qué va esto. Por consiguiente, falla lo principal: el respeto al medio natural y a la humanidad entera por parte de quien tiene el poder, que lo ejerce por medio de un sistema formalmente democrático pero que deja mucho que desear.

Hoy quiero insistir en estos temas para que se sepa que lo que yo escribo aquí sobre la Felicidad no es un modo de aislarme de mi entorno ni de los problemas que tenemos los humanos en general. Hacía tiempo que quería escribir sobre estos temas y eso es lo que he podido hacer hoy gracias a la lectura de el “Proyecto Venus” (que, por otra parte, no conocía ni conozco en profundidad, por lo que no sé si, bien analizado, lo suscribiría del todo o no).

El respeto a los otros comienza por el respeto a uno mismo. Si uno no sabe respetarse a sí mismo y no se hace respetar, los otros no van a respetarnos; al contrario, se sentirán llamados (inconscientemente) a sumarse a la falta de respeto que nos prodigamos a nosotros mismos. Por tanto, para mí, ese es el pilar básico de las personas bien situadas emocionalmente y, a la larga, el de una futura y eventual sociedad emocionalmente “crecida”, como se suele decir últimamente. Si yo me respeto a mí mismo, no permitiré que me agredan ni que me persigan ni que quieran someterme, pero aprenderé, al mismo tiempo, a respetar que los demás sean como son y no los agrediré, ni los perseguiré ni se me ocurrirá intentar someterlos a mis intereses o a mis caprichos. Por eso, una sociedad compuesta de individuos de estas características tendría que ser muy diferente por fuerza. A mi entender, una sociedad de ese tipo no será nunca una sociedad materialista, movida principalmente por intereses de lucro, beneficio, competencia comercial, intereses económicos, políticos o por el puro poder y la dominación.

Transcribo ahora el texto que he anunciado al principio (los títulos intermedios son míos):


El Proyecto Venus es una organización que propone un plan factible de acción para un cambio social, uno que funcione para llegar a una civilización global pacífica y sustentable. Delinea una alternativa hacia la cual esforzarnos donde los derechos humanos ya no son declaraciones en papel sino una forma de vida.

El Proyecto trabaja en un Centro de Investigación de 8 hectáreas localizado en Venus, Florida.

NUESTROS VALORES. QUÉ SIGNFICA SER HUMANO
Cuando vemos la enorme cantidad de desafíos que la sociedad afronta en la actualidad, tranquilamente podemos concluir que hace mucho tiempo nos ha llegado la hora de reexaminar nuestros valores, de reflexionar y evaluar algunas de las cuestiones y razonamientos subyacentes que tenemos como sociedad. Este análisis de nosotros mismos pone en duda la mera naturaleza de lo que significa ser humano, qué significa ser un miembro de una "civilización", y que decisiones podemos tomar hoy para asegurar un futuro próspero para toda la gente del mundo.

HÁBITOS Y PENSAMIENTOS NO OBSOLETOS
Actualmente no disponemos de muchas alternativas. Las respuestas del pasado ya no son relevantes. Podemos continuar como hasta ahora con nuestras costumbres sociales y hábitos de pensamiento obsoletos, con los cuales nuestro futuro se ve amenazado, o podemos aplicar un conjunto de valores más apropiados que sean relevantes para una sociedad emergente.

MODIFICAR NUESTRO COMPORTAMIENTO. TENDER A LO POSITIVO.
La experiencia nos dice que el comportamiento humano puede ser modificado, tanto hacia actividad constructiva como destructiva. De esto se trata el Proyecto Venus: dirigir nuestra tecnología y recursos hacia lo positivo, para el máximo beneficio de la gente y del planeta, para encontrar nuevas formas de vida y pensamiento que enfaticen y celebren el vasto potencial del espíritu humano. Tenemos las herramientas a nuestro alcance para diseñar (y construir) un futuro digno del potencial humano. El Proyecto Venus presenta una audaz nueva dirección para la humanidad que implica nada menos que el rediseño total de nuestra cultura. Lo que hay a continuación no es un intento de predecir lo que será hecho, sino lo que podría ser hecho. La responsabilidad de nuestro futuro está en nuestras manos, y depende de las decisiones que tomemos hoy. El mayor recurso que disponemos hoy es nuestro propio ingenio.

Mientras que reformistas sociales y sus equipos de especialistas formulan estrategias que tratan sólo síntomas superficiales, sin tener en cuenta la cuestión social básica, el Proyecto Venus aborda estos problemas de manera algo diferente. Sentimos que no podemos eliminar estos problemas dentro del marco del las instituciones políticas y económicas. Tomaría muchos años lograr cualquier cambio significativo. Seguramente serían tan diluidos y comprimidos que los cambios serían indistinguibles.

UNA VISIÓN ALTERNATIVA
El Proyecto Venus aboga por una visión alternativa de una nueva civilización mundial sustentable a diferencia de cualquier otro sistema social que ha intentado anteriormente. Aunque esta descripción está altamente resumida, está basada en años de estudio e investigación experimental de muchas personas de muchas disciplinas científicas.

UN FUTURO POSITIVO
El Proyecto Venus propone un nuevo enfoque, uno que está dedicado a preocupaciones humanas y ambientales. Es una visión posible de un futuro brillante y mejor, uno que es apropiado para el tiempo en que vivimos, y también tanto práctico como factible para lograr un futuro positivo para toda la gente del mundo.

El Proyecto Venus clama por un enfoque directo para el rediseño de las culturas, en el cual los viejos problemas como la guerra, pobreza, hambre, deuda, degradación ambiental e innecesario sufrimiento humano son vistos no sólo como evitables, sino como completamente inaceptables.

Una de las premisas básicas del Proyecto Venus es que trabajemos para tener todos los recursos de la Tierra como herencia común de toda la gente. Cualquier cosa menor simplemente resultará en una continuación del mismo catálogo de problemas inherentes en el sistema del presente.

CAMBIO DE VALORES
A través de la historia, el cambio ha sido lento. Grupos sucesivos de líderes incompetentes han reemplazado aquellos que los precedían, pero los problemas sociales y económicos subyacentes han permanecido debido a que los sistemas básicos de valores no han sido alterados. Los problemas que enfrentamos en la actualidad no pueden ser resueltos política ni financieramente dado que son ampliamente técnicos por naturaleza. Incluso quizás no haya el dinero suficiente para pagar los cambios requeridos, pero lo que sí hay son suficientes recursos. Es por esto que El Proyecto Venus aboga por la transición de una sociedad basada en moneda a la realización eventual de una economía global basada en recursos.

UN SALTO CUALITATIVO EN EL PENSAMIENTO Y EN LA ACCIÓN
Nos damos cuenta que para hacer la transición de nuestra cultura presente, la cual es políticamente incompetente, orientada por la escasez y obsoleta, a esta sociedad nueva y más humana, requerirá un salto cualitativo tanto en el pensamiento como en la acción.

DESAPRENDER PAUTAS DE CONDUCTA NEGATIVAS
El comportamiento humano esta sujeto a las mismas leyes de cualquier otro fenómeno natural. Nuestras costumbres, comportamientos y valores son productos derivados de nuestra cultura. Nadie nace con codicia, prejuicio, intolerancia, patriotismo y odio; estos son todas pautas de comportamiento aprendidas. Si el ambiente permanece inalterado, comportamientos similares volverán a aparecer.

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