lunes, 6 de diciembre de 2010

EL AMOR EN PAREJA

Uno lleva ya suficientes años viviendo en pareja y cerca de otras parejas más o menos estables como para no haberse formado una opinión sobre el asunto. Sin embargo, no es el tiempo transcurrido en mi caso lo que me ha dado lo que considero mi mejor perspectiva al respecto. En los últimos años, gracias al trabajo hecho en terapia, ha sido cuando he abierto más los ojos a la naturaleza del amor en pareja y también a sus dificultades. Hoy quiero compartir algo de todo esto con los lectores del blog. Y sería ideal que algunos de ellos aportaran también sus puntos de vista o incluso el relato de algunas de sus experiencias.

Para empezar, diré que yo llegué a la pareja estable a través del enamoramiento. Lo digo porque no todo el mundo sigue este camino. Hay personas que no llegan nunca a sentir qué es eso del enamoramiento (aunque junto a él también está muy generalizada la pasión amorosa, que sustituye al enamoramiento a mi entender, y que hoy se conoce por el “esta persona me pone”) En mi caso, junto con el enamoramiento se daba el amor; pero al principio los dos sentimientos estaban mezclados. Con el transcurso de los años, observé que el nivel de enamoramiento descendía, cosa que no dejaba de preocuparme porque los mensajes que nos llegaban (y que nos llegan) socialmente, y sobre todo en TV, es que hay que intentar seguir enamorado hasta el final de la vida. Sin embargo, a mi alrededor, observaba (y sigo observando) el mismo fenómeno con carácter general, esto es, que el enamoramiento pierde fuerza con los años transcurridos en pareja.

Las preguntas que me hacía a mí mismo eran del tipo: ¿Es compatible la existencia del amor con el descenso de enamoramiento? ¿Qué diferencia el amor del enamoramiento?

Por aquellos años, comencé a ver entre mis amistades los primeros casos de separaciones, o sea, de ruptura de parejas estables. Habitualmente se trataba de casos en que se daban nuevos enamoramientos con terceras personas. Las parejas anteriores se rompían, y el amor que había existido entre sus miembros parecía desaparecer en gran medida. Por tanto, era legítimo que me preguntara si enamoramiento y amor habían de ir fatalmente unidos, de forma que cuando fallaba el enamoramiento también fallaba el amor.

Hoy en día, las separaciones y divorcios han aumentado considerablemente. Incluso tengo amistades que se han separado hasta tres veces (dos ya eran muchas en aquella primera época). Además el fenómeno se da en todas las edades adultas (20, 30, 40, 50 años y más). Y lo que también es cierto es que las rupturas de pareja no suelen comportar generalmente la conservación de una cuota importante del amor que se tuvo. Por consiguiente, la conclusión es fácil: socialmente hablando, la disminución del enamoramiento o de la pasión conlleva a menudo la desaparición del amor en buena medida.

Pues bien, a mi entender, el amor es una energía básica existente en nuestro mundo humano y que lleva a la cohesión, a la ayuda mutua, a la confraternización, a la generosidad, al respeto y a la empatía; y como tal energía básica, se halla impresa en nuestros genes, de forma que, si se dan las condiciones adecuadas para ello, se manifiesta como un torrente de atención a los demás y hacia nosotros mismos. El enamoramiento, a mi juicio, pertenece a otro tipo de fuerza: la que proviene del instinto de supervivencia y reproducción. De hecho, la mayor parte de las personas que se han enamorado describen el fenómeno cómo una situación en que el otro (la otra) se vuelven irresistibles y los arrastran hacia ellos hasta casi la locura. Por lo que se refiere al apasionamiento erótico o sexual, creo que no llega a tales extremos, pero también tiene un fuerte componente de sentirse atraídos sin posibilidad a corto plazo de poner freno a la atracción. En los dos casos se da ese elemento instintivo que comentaba.

Así, pues, la diferencia me parece clara. El amor es una energía constructiva en todos los casos, tendente a crear armonía y cohesión entre las personas y entre los grupos humanos. Pero, en cambio, tanto el enamoramiento como la pasión erótica, en algunos casos, pueden conducir a la destrucción (de parejas estables, por ejemplo) a corto plazo, aunque es cierto que con el tiempo tienden a amainar.

Por lo que a mí experiencia se refiere, para poder sentir que amaba y que era amado de verdad, tuve primeramente que recuperar gran parte de la autoestima que, sin saberlo, había ido perdiendo durante mi vida. Solo cuando me di cuenta de ese aspecto que fallaba en mi vida y trabajé en terapia sentimientos de amor hacia mí mismo, pude ser capaz poco a poco de sentirme amado y de observar cómo surgían de mi interior sentimientos amorosos hacia los demás, que no requerían contrapartidas a cambio.

Decía Anna, en su comunicación del otro día, que hay que sentir que somos pequeños, pero yo lo veo justamente al revés. Para poder amar, antes hay que llegar a sentir que somos “grandes”, que tenemos derecho a ser respetados, que a nadie hemos de conceder el poder que rija nuestras vidas, que somos libres, que podemos ser autónomos emocionalmente. Yo no digo que todos los casos tengan que ser como el mío (podría afirmarlo, sin embargo, de muchos otros). Puede que haya personas que desde que eran niños/niñas estuvieron bien situados emocionalmente y eso les permitió amar y sentirse suficientemente amados hasta llegar a la edad adulta. No digo que no. Sin embargo, puedo afirmar sin temor a equivocarme que la mayor parte de las personas que conozco han tenido unos déficits emocionales en su infancia, relativos a su percepción sobre cómo los consideraba el mundo y en especial su entorno afectivo más próximo, y esas personas es seguro que no han tenido las mismas sensaciones de estar bien emocionalmente.

Mi opinión, pues, es que el amor (la energía amorosa) tiende a manifestarse en todas las personas de manera natural, y por tanto emergerá siempre que se den las condiciones idóneas para ello. Y esta energía es perfectamente compatible con el enamoramiento (la otra fuerza) y de hecho pienso que en muchos casos lo que ocurre es que cuando nos enamoramos, las dos fuerzas se dan conjuntamente. Pero así como la primera es constante, estable y progresiva por naturaleza; la segunda, que es dependiente en gran medida de fuerzas instintivas (que están para lo que están, dentro de nosotros) tiende a reducirse con el paso del tiempo y puede o no dejar paso a la manifestación del amor. Ahora bien, para mí, no hay amor posible que sea auténtico y duradero si no va acompañado del respeto hacia uno mismo, de la no dependencia emocional respecto de los demás y, en especial, de la propia pareja.

2 comentarios:

Chesús dijo...

Una amiga m'ha enviat aquest mail:

"Hola Jesus!! Com estàs? Espero que bé. Jo estic bé, com sempre!


Lo de les parelles que has escrit m'ha agradat i estic bastant d'acord amb tot el que hi dius, i he disfrutat llegint-lo.


Jo l'únic que et puc dir és que crec que una relació de parella que s'alimenta de coses bones, com respecte, paciència, confiança, autonomia, llibertat, recolzament... serà forta i sana. I que si s'alimenta sempre, cada dia, això dóna bons fruits.


L'enamorament jo potser diria que és un subidón.

Una abraçada!"

Chesús dijo...

Traduzco:

Una amiga me ha enviado el siguiente mail:

Hola Jesús. ¿Cómo estás? Yo estoy bien. ¡Como siempre!

Lo que has escrito sobre las parejas me ha gustado y estoy bastante de acuerdo con todo lo que dices en tu escrito.

Lo único que te puedo decir es que creo que una relación de pareja que se alimente de cosas buenas, como el respeto, la paciencia, la confianza, la autonomía, la libertad, la ayuda mutua..., será fuerte y sana. Y que si se alimenta siempre, cada día, eso dará buenos frutos.

Yo diría que el enamoramiento es un subidón.

¡Un abrazo!